miércoles, 8 de agosto de 2018

QueSeaLey

El año 2015 fue nefasto. Por muchas razones colectivas. En lo personal, fue un año muy triste. Perdí a dos amigas, contemporáneas, dos mujeres extraordinarias, muy diferentes entre sí, y con las cuales mi amistad también fue diferente. Las dos murieron de cáncer, esa fuckin palabra que nos atraviesa tanto a todxs y que sigue siendo tabú. 
Y encima proliferan discursos mala leche disfrazados de buena leche, que culpabilizan, en nombre de una mezcla de new age, Jung mal leído, meritocracia y zaraza, a las víctimas de esta enfermedad.
Hoy se cumplen tres años de la muerte de mi amiga Delfina. Nos conocimos siempre, porque en realidad lo hicimos a los dos años, en "la escuelita", el pedagógico original, plena dictadura.
Tuvimos momentos de la vida más cercanos, otros más lejanos, compartimos infancia, militancia adolescente, y de nuevo lo hicimos de adultas, kirchnerismo mediante.
Quienes la conocieron saben que además de ser muy hermosa, era una mujer sensible, valiente y muy inteligente.
Provocaba, podía ser muy dura con sus juicios, era muy lúcida para pensar la política y el arte, le gustaba mucho la vida, la amistad, el amor, el cine, la fotografía, la política, el deporte, la música, la danza, la literatura.
Amó, fue muy amada.
Me encantaría y extraño mucho no poder hacerle algunas preguntas, contarle algunos chismes de mi vida desde que se fue, estoy segura de que podríamos reírnos un buen rato.
Me abrió su corazón más de una vez, y me permitió, al igual que a su hermana amiga Faus GS Laplata, a su familia, a sus amigas, acompañarla en su tránsito, en su umbral, me enseñó, como lo hizo con un estilo muy diferente pero también muy lúcido y genuino Debo, a acompañar a una amiga moribunda sin fingir demencia.
(Su vuelo de mariposa es un final, a la vez que una continuidad.)
Me enseñó a acompañar incluso sin esperanzas, a escuchar, a tratar de adaptarnos a la necesidad de la otra, bancar con el cuerpo y la cabeza, despedirnos de a poco y aún así, ser un poco felices en medio de esa tristeza de los últimos días. 
Me enseñó a abrazar en la muerte con una canción de la infancia, y en un abrazo de hermanas amigas.
Entre todo lo que me dejó Delfi, me dejó a algunas de sus amigas también. A otras ya las compartíamos desde siempre, lo mismo que a su hermana Faus.
Esas amigas me sumaron a un ritual.
No quería terminar mi jornada sin hablar de ella acá. En estos muros donde estamos en la previa de la votación de la ley del aborto legal. 
Me cuesta unir en el recuerdo a las dos amigas que perdí en 2015.
Eran tan magníficas que ambas merecen un lugar único y destacado, pero como la misma enfermedad nos las arrebató el mismo año, quedaron unidas en mi egoísta tristeza.
Hoy pienso que por otros motivos, tanto Débora como Delfina (Delfi, Fifi) estarían unidas en relación a la causa de salvar vidas, que es el deseo de la maternidad deseada, del aborto legal, seguro y gratuito.
Se las extraña, bellas amigas que ayudaban a pensar y a vivir.
Mañana, aunque me duela la espalda, el ánimo, el espanto, también voy con ustedes en el corazón.
#QueSeaLey

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