lunes, 22 de junio de 2015

Limónov, según Carrère


 "El que quiera restaurar el comunismo no tiene cabeza; 
el que no lo eche de menos no tiene corazón" 
(Vladímir Putin)*


1.

Limónov es el seudónimo con el cual Eduard Veniamín Savienko decidió un día triunfar y ser reconocido como escritor soviético.
Limónov: ácido como el limón, explosivo como una granada de mano.

Después de leer la biografía de Emmanuel Carrère (Anagrama, 2013) podríamos decir que su vida ha hecho honor al significante de este seudónimo.
Nacido en 1943, hijo de un oficial pobre y de bajo escalafón de la Checa en la ciudad ucraniana de Dzerzhinsk, este increíble aventurero, provocador, artista, político y soldado.
Al menos eso es lo que nos da a entender su biógrafo francés,  Carrère, de quien vale la pena mencionar que es, a su vez, hijo de un empresario y de una de las historiadoras francesas más reconocidas,Hélène Carrère -de soltera, Hélène Zourabichvili- destacada especialista en la URSS, que en 1978 predijo la caída del régimen soviético y era hija de un  ruso blanco que huyó debido a la revolución de 1917. Por lo cual podría explicarse, en parte al menos,la mezcla entre fascinación y rechazo que su personaje (el escritor ruso)parece provocarle al escritor francés, que además lo trató socialmente en el París de los años y entrevistó personalmente. Creo que hay algo de relación especular entre ambos y eso al menos hace de esta biografía novela, o novela de un biógrafo, una lectura imposible de abandonar una vez comenzada. 

2.       
Eso y muchísimas otras cosas nos cuenta Carrère, aunque no nos dice nada sobre el corazón del vínculo de Limónov con la escritura y no sabemos si en el fondo Eduard escribe porque su deseo ese ese, o si la escritura es para él uno de tantos medios de expresión de su potencia de vida, su arrebato eslavo, su intesidad. Esta biografía de un personaje que, aunque Carrère aclara que es real, parece en muchos momentos un personaje de esta suerte de ficción de aventuras que es su vida. No podemos dejar de preguntarnos cuántos dispositivos del deber ser y del mercad del colonialismo occidental y de las modas en el campo cultural, en la circulación de libros  y de autores, están en juego como para que no sepamos nada de Savienko.
activista
Le pregunto a varios amigos y amigas lectores, cultos, curiosos, informados, nada. Si no fuera por PM (gracias una vez más), que me lo recomienda, a lo sumo sería una novela de Carrère y no la historia de uno de los escritores más destacados de esta época, al menos, para los cientos de miles de eslavos.

3.
De sus novelas, de su  capacidad para mutar y quemar naves, transformarse a sí mismo y vivir varias vidas, como un gran aventurero que supera con actos, según intuyo, cualquiera de sus propios relatos autobiográficos. Durante su infancia es un bien niño proletario que respeta a su padre, oficial chequista -un miserable "botón", a nuestro decir- y admira a Stalin. En la adolescencia se convertirá en delincuente, y se destacará por sus alianzas con otros pibes que, como él, intentan escapar a sus opacos destinos "proletas" en una ciudad de monoblock soviéticos donde pueden convertirse en obreros textiles o delincuentes....hasta que descubre que existe una opción distinta, que puede salvarlo: ser un joven poeta del under. Limónov descubre que la vida bohemia propone una aventura y tal vez una vía de escape a ese destino en la fábrica monótono y aburrido. 
Será, más adelante, poeta, vagabundo, amante de la librera judía, Anna: gorda, desquiciada, mayor que él y ninfómana, como casi todas las mujeres de las que se enamorará luego de dejarla. Limónov será artista de vanguardia en Moscú, luego, será homeless, prostituto y marginal en los 70 en Nueva York, adonde viaja junto su esposa, la poeta y modelo Helena Shchápova; se dejará arrastrar a cualquier abyección, cogerá con otros marginales como él, negros pobres que deambulan por Central Park, y con las modelos rusas más fascinantes que lo acompañan en esa aventura neoyorquina.Se emborrachará, 
Con su esposa Natalia M.
escribirá como si fuera un personaje de Dostoievski que quiere librarse de sus demonios: la nostalgia por ese país al que cree que jamás podrá volver, donde todo era tan gris y tan triste, pero donde nadie se moría de hambre, los artistas y los demás trabajadores podían educarse gratuitamente en las mejores universidades y los trabajadores se sentían orgullosos de su Patria, aun con la vergüenza de convivir con crímenes silenciados, con la paranoia de las delaciones, en esos komunalkas donde todos espían a todos, pero donde se recuerda con el alma y con el cuerpo la heroicidad de los veinte millones de compatriotas caídos en la Gran Guerra Patriótica.
Limónov será sirviente del millonario Steve en los 80, y será la nueva moda europea en materia de escritores rusos; se codea con ellos y se da el gusto de despreciar íntimamente la estoica, exitosa y pública dignidad de Solzhenitsyn, exiliado, de un  Joseph Brodsky que semeja, para mí, a un Truman Capote de los 80 en los bares y cafés de NY...o...Limónov puede pasar tres o cuatro días en un terrible zapói a consecuencia de que Helena, o Natalia Mendéveva, la segunda mujer de a cual se enamora -cantante fracasada, alcohólica y también ninfómana-, finalmente lo deje por alguien con más estabilidad económica que pueda garantizarle una vida más confortable.

4.
Será el personaje maldito para los progresistas franceses que luego de fascinarse con él, lo verán horrorizados en Youtube disparando con una metralleta sobre la ciudad de Sarajevo durante la guerra de Bosnia, fundar el Partido Nacional Bolchevique, viajar al corazón más continental de Eurasia en una aventura proselitista que tendrá derivaciones místicas...Encabezar movilizacioes y actos que serán juzgados como terroristas contra los regímenes liberales de Gorbachov, que convencieron a la población que nazismo y estalinismo eran sinónimos, sin reconocer las muchas cosas valiosas que el comunismo tuvo para los pueblos eslavos durante 70 años.
Denunciar a la mafia que pone a Yeltsin en el poder, o contra la capacidad de Vladimir Putin de arrebatarle- o al menos eso fantasea Carrère- el liderazgo político para recuperar el orgullo que supuso ser ruso durante el régimen soviético. Asustado y fascinado por este personaje que encarna a la perfección el prototipo del aventurero, provocador narcisista, Carrère señala sus contradicciones ideológicas, políticas, estéticas incluso. Lo estudia como a una pieza de interés científico, bajo el lente del microscopio, buscando explicaciones para sus contradicciones y pasiones, para ver el fondo de este hombre capaz de asociarse con fascistas, seducir a los millonarios norteamericanos, vender miles de ejemplares de sus novelas en Europa; disparar sobre una ciudad sitiada, de mayorías musulmanas, para reivindicar la memoria de los millones de rusos que dieron la vida por sostener la Unión Soviética. 
Aliarse con el ex campeón mundial de ajedrez, Kaspárov, devenido político de derecha; Eduard y os jóvenes militantes nasbol (nacional Bolchevique) y su bandera que semeja la cruz gamada nazi, pero reemplazada por la hoz y el martillo; Limónov tapa de la Rolling Stone, con alguna de su novias, siempre border, siempre bellas, siempre jóvenes...
5.
Carrère lo estudia y descubre también que Eduard sólo encuentra la paz en el apasionado sexo que practica con las mujeres a las que ama; en el contacto con los hombres y las mujeres del pueblo ruso, los marginales, los "proletas", los perdedores de todas las batallas y de todas las guerras...Incluso, cuando finalmente lo mandan preso en 2009, acusado de terrorismo, con los privados de la libertad.
Impecable en su escritura, detallista y cautivante, el francés no deja de expresar a un Occidente que se ha vuelto evitativo de la vida. Una cultura que para ahorrarse la angustia que es constitutiva de lo humano, para no tener que afrontar la desgracia, la injusticia, el conflicto y la muerte que son parte de la vida en sociedad de esta curiosa especie que somos, prefiere el soma del paradigma medicamentoso, o las para religiones y terapias alternativas...¡cualquier cosa menos un ruso que desborda humanidad, con todas las oscuridades y brillos llevados a los extremos!
No me sorprende que tan pocos lo conozcan en estas geografías hegemonizadas por las poderosas máquinas culturales del mercado de libros.
La bestia está suelta. 



*Carrère, Emmanuel, Limónov, Anagrama, Argentina, 2013, 396 pág.

sábado, 6 de junio de 2015

Vi tu sonrisa detrás del Basquiat

Habías sido mi amor.
Completion Date: 1983
Un amor quizá no del todo realizado, no consumado, inconcluso antes de empezar,
como una pequeña historia de melodrama ruso pero en La Plata, o en alguna ciudad costera, o en un avión, o un colectivo: pasajero como los pasajeros de ese viaje.
Un amor que era como ir mirando por la ventanilla y tener cinco o seis años y  desear llegar al hotel para poder ponerse a jugar con las muñecas nuevas, mientras el paisaje corría como una cinta, como si no nos moviéramos, y el tiempo se detuviera casi, lento, sólo para contradecir nuestro deseo.

Vos eras como un perro rabioso, como un negro o un latino pobre dando vueltas drogado por las calles de una ciudad rica, como Nueva York o Londres o Barcelona. Pero en el fondo yo intuía tu dulzura, tu mirada se quedaba posada en mí, y en ese más allá de mí donde eras como un héroe anti heroico.
Un perro rabioso echado a su suerte, laborioso con las manos, inteligente en el dibujo y en la imagen, habilidoso para construir obra de la nada. Un perro rabioso al que nadie había querido darle calor y alimento y entonces andabas por ahí ladrando, en medio de una manada de perritos bobos,* hijos de #mamáypapá, #hippiesconOsde, que ladraban como caniches malcriados.

Un John Snow, un bastardo.
Tu mirada era una mirada envolvedora que acariciaba, penetrante, pero a la vez una mirada perdida, que añoraba Todo, que pedía tomarlo todo y yo, como siempre: quería escapar, ser libre (?), no entregar todo, guardarme algo.
Romaine Brooks, La condesa Anna
Corrí a encerrame en un baño y te dejé ahí, rodeado de esas chicas tan cool, que se podían coger a un perro rabioso como vos, pero con los años se casarían con un Golden o un Labrador, que las pudiera llevar de vacaciones y regalarles perfumes importados y pulseras de oro para los aniversarios, y pagarles el colegio de los chicos y, quizá, tener un par de perros rabiosos bohemios entre sus amigos, y un amigo gay con glamour, para adornar la mesa de tanto en tanto, en celebraciones especiales.
Como si fueran señores que viven en un Saint Germain posmoderno.
 ******
Escapé de tu mirada.
Mezquina, ponele, o quizá necesitaba reservarme esa parte de mí para mi pequeño, para mis libros, para estar sola, para enredarme en mil historias de ficción, jugando a las muñecas como hacemos cuando somos grandes: con palabras, con historias imaginadas.
Quizá necesitaba ser, y tu amor me parecía que podía mutar en una cárcel, en un ahogo,  que acabara con nosotros al acabar nosotros.
Me dejé llevar por mi faceta Alfonsina o Romaine Brooks o Coco Chanel, quién sabe.
Y bueno, estaba el otro asunto, las almas bellas. Crecían a nuestro alrededor como hongos. Nos despreciaban, nos deseaban nos intuían. ¡Y siempre sabían lo que había que hacer!
Almas bellas que...¡ay! Sabían, más que nosotros, de nuestra historia de amor anidada en las miradas, no dispuesta a la desilusión que suponen las consumaciones.
Nos enredaron, nos dijeron lo que era correcto o incorrecto y mi histeria y tu borrachera claudicaron.
El baile nos arrastró afuera de la pista, y caímos.
Vi tu sonrisa detrás del Basquiat.

Por un segundo fui Lol V. Stein.
Vi que me mirabas, terciopelo en mi piel, promesa con sonoridades urbanas de Babasónicos.
Eros a punto de ganar la batalla.
Y después, todo fue silencio y olvido.



* bourgeois bohemian (burgueses bohemios), término inglés tomado de Carrëre, Emmanuel, en Limónov, Anagrama, 2013, pág. 25. Son liberales en lo económico pero le gustan los valores contraculturales. A