martes, 7 de marzo de 2017

Fascismo pornográfico


"En el mundo mis dos enemigos son / mellizos inseparables y mancomunados: / el 
hambre de los hambrientos y la saciedad de los saciados”
( Marina Tsvietáieva)

Glosario:
Fascismo
Sabido es que Mussolini usó el símbolo romano antiguo de las fasces (formado por
un haz de varas de aproximadamente un metro y medio de longitud con un hacha en la parte alta) como parte de la construcción del relato que pretendía dotar de una épica que legitimara a las bandas de delincuentes que componían mayoritariamente los Fasci Italiani di Combattimento (haces italianos de combate) creadas en 1919. Este emblema ya había so usado antes en la Revolución Francesa, pero los pnaes del lider italiano tenían otro sentido; fueron la base para la creación de los Fasci Italiani di Combattimento, la derecha que arrasaría con el comunismo italiano. Pero eso no ocurrió de un día para otro, como todo en la historia humana, fue el resultado de un proceso político complejo, que germinó en ciertos anhelos legítimos de algunas mayorías, y se expresó en prácticas de control, disciplinamiento, persecución, represión, exterminio.[1]

Pornográfico es sinónimo de obsceno, que lo es a su vez de indecente, impúdico, deshonesto, inmoral, procaz, concupiscente, pornográfico, lúbrico, sucio, escabroso.


1.
Pienso en las prácticas de este gobierno y muchos de sus socios mediáticos, en lo ocurrido con las recientes amenazas a los hijos de un dirigente sindical docente, y solo se me ocurre una categoría: fascismo pornográfico.
Ampliado, pantallizado, repetido, en cientos de redes, en miles de dispositivos, los rostros de las víctimas sugeridas para el sacrifico.
Amaso esta idea del fascismo pornográfico en diferentes viñetas.
La exposición pública de la intimidad de quienes no eligieron una vida pública, fundada en relatos mentirosos, para tapar los chanchullos de grandes mafias o de grandes cínicos.[2]
Pienso en todos los que cambiamos nuestros perfiles en las redes, u opciones de seguridad, no ya por paranoia, sino por este fascismo pornográfico, que nos hizo saber, desde el momento de su asunción, no ya lo que sospechamos de la vida en el panóptico global del siglo XXI, sino la explicitación porno de que nos espían, nos vigilan y eso tiene y tendrá (y ya tuvo en muchos casos) consecuencias sobre la conservación de tu trabajo.
Si me críticás, si osás oponerte, si hacés uso de tus derechos (a la libertad de expresión, a la huelga) serás castigado con el despido, con el encierro, con la injuria o el desprestigio, la amenaza, la persecución.
Novecento, de  Bernardo Bertolucci, 1976
No a cualquiera. Cierto, el "enemigo" y la metáfora siempre bélica y violenta elegida hace del significante "ultr K" (el ultra remite  fanatismo irracional, a locura, a estupidez, a violencia o intolerancia, es justamente volver siniestro lo diestro).
"Ultra k", construcción de equivalencia discursiva que al principio refería al 49 %  de los votantes que se identificaba con las políticas del kirchnerismo, y luego, a cualquiera que se oponga a las políticas de saqueo y de transferencias de recursos de los trabajadores a los grandes capitalistas y de conculcación de derechos sociales, económicos, educativos, de género...
Escribo apurada, no tengo el tiempo que si aconsejaría a cualquier otro: tiempo para revisar, corregir, dejar macerar, darle forma de artículo. No le llego ni a la sombra de los talones, pero sí me identifico con el aullar sin ruido y el borrar huellas que es el escribir para la gran deseante Marguerite Duras.
Ya llegará, hoy es la urgencia, hoy hace falta retomar la palabra en una de sus primordiales funciones, narrar lo perdido, lo robado, lo que está en disputa, antes de que el fuego y las hogueras arrasen con la memoria de lo que fuimos y pudimos ser.
Y a la vez, para someter estas palabras al juicio de aquellos que pueden o no creerme, compartir mis ideas, pero que estoy segura en la hora de la hora no estarán del lado de los verdugos.
Nunca del lado de los que violan, matan, secuestran, reprimen, a los pibes, a las mujeres, a los putos, a los inmigrantes bolivianos, peruanos, paraguayos; a los pueblos originarios; a los gremialistas que luchan por sus representados (no a los transeros ni a los chantas); a los pobres sobre todo, a los pobres.
En sus ansías de negar el pasado y construir un relato épico y auto-halagador, para justificar la persecución de los adversarios políticos, tal como en su momento en Argentina hizo la llamada revolución libertadora, que no sólo fusiló los cuerpos de los opositores, sino que intentó fusilar las palabras, es decir, el lenguaje, allí donde perviven los sentidos de las memorias populares, de los mitos populistas a los que tanto les teme el fascismo real, que acusa de totalitarismo a todo movimiento no liberal que se basa en satisfacer y aglutinar las demandas de los sectores populares y las minorías marginadas en los dispositivos de poder de las democracias liberales contemporáneas. Y a su vez, le niega esa condición a las prácticas totalitarias que propone o auspicia el poder, ya sea explícitamente (ponográficamente), ya sea abonando el zeigest que así lo habilita.
¿Qué son? Mejor lo expresó el filósofo Gustavo Varela.

2.
Amaso esta idea del fascismo pornográfico en diferentes viñetas.
La lucha del capital contra el trabajo se ha expresado de maneras extrañas en movimientos que supuestamente defienden a los trabajadores, como el fascismo italiano de Benito Mussolini, y en realidad se dedican a perseguir, silenciar, abusar, destruir toda organización de las bases, de los trabajadores (trabajadores de las manos, las palabras) para beneficiar a los amos.
Natalia Ginzburg, que pagó el precio por su amor a Leone,  por sus convicciones, el precio que se paga en cualquier fascismo para quienes a pesar del miedo -quien no tiene miedo no es valiente, es inconsciente o idiota- , lo pagó perdiendo a manos de los verdugos a sus esposo y padre de sus hijos, lo pagó con el exilio de parte de su amada familia, lo pagó con el empobrecimiento y la dificultad para vestir y alimentar a sus pequeños hijos, no lo pagó cediendo su libertad de decir, de escribir, de trabajar con las palabras.[3]
No lo pagó entregándose a una pereza intelectual o estética, no renunció a ser quien era.
No lo pagó yendo a dar clases para enseñarle a sus alumnos la sumisión al poder, la desesperanza, la renuncia.

3.
Amaso esta idea del fascismo pornográfico en diferentes viñetas.
Lo he visto crecer en  las redes, ámbito de la comunicación política referida por este gobierno que lleva adelante ese proyecto.
Proyecto que vulnera en Milagro la carne, la idea, lo construido por una mujer pobre, india, desclasada y marginada desde hace por lo menos 500 años por el patriarcado machista que se siente poderosos siempre que se reproduzca una y otra vez la escena primaria de la desigualdad pedagógica en América Latina, como dice otra nueva "proscrita" de la formación docente del ministerio nacional, Adriana Puiggrós, la escena de Requerimiento.[4]
Escribo porque no se banca más.
Porque de un día a otro en la ciudad de los masones, la ciudad del proyecto racionalista y positivista de la generación del 80, en la cuidad que luego se volvió del pueblo y de Eva Perón, en la ciudad que en proporción entregó más hijos a la hecatombe de los verdugos del 76 (verdugos cuyos patrones y mandantes siguen en el poder, y hoy además, en el gobierno), en esa ciudad, en la plaza central, a pocos días de asumir un gobierno local baleó a trabajadores, a los trabajadores más humildes, a los cooperativistas que limpian la mugre de todos los demás. Los echó, los humilló, les disparó.
Y lo dejamos pasar.
La mayoría lo dejó pasar.
Porque el fascismo se alimenta de la indiferencia y de miedo paralizante, que crece en cada uno de nosotros. El fascismo se llevó a Emilia (Yésica Emilia Uscamayta Curí) en esta ciudad, y lo dejamos pasar aun sabiendo que los responsables son muy cercanos al gobierno local y al provincial.
Emilia Uscamayta Curí

Y luego, balearon a los pibes en la murga de una villa porteña, en la ciudad Babilonia donde residen los más ricos del país, y aún así, construye muros y abandona a sus hermanos más empobrecidos (no pobres, empobrecidos, porque alguien se quedó con lo que es de ellos).
El fascismo se vuelve pornográfico cuando se vive en una democracia  limitada. Cuando el Poder ejecutivo incuso desconoce una constitución liberal, gobierna a decretazos a espaldas de los otros poderes, cuando no puede comprarlos .
Es pornográfico este fascismo de la posverdad, del capitalismo desaforado del siglo XXI que ha hecho del cinismo un valor político positivo, que propone e discurso del engaño, la trata de la comunicación publicitaria y de la puesta escena de mascaradas en un "como si" fuera eso la política.
El decir sin sostener, la narrativa de una ficción que se repite una y otra vez, con el esquema de las promesas de las religiones del más allá aggiornadas -sufra ahora, que hay un futuro que nunca llega pero será compensados- por que el dios dinero es el dios más auoritario y cruel que se haya conocido. Gobierna a través de sus Cresos y ni siquiera deja la esperanza del amor, del sacrificio por otros Ayn Rand , filósofa leída y venerada por estos que se declaran liberales pero practican el  fascismo porno, canta las loas al egoísmo y al individualismo.
El fascismo porno ataca el corazón del sistema de formación docente y las políticas educativas, culturales y de salud que pueden construir prácticas y discursos contrahegemónicos, luego de haber recuperado para los oligopolios los medios de comunicación tradicionales (televisión, gráfica) y cerrar los negocios con los nuevos: las multinacionales como Google, Facebook, que no solo rinden en bienes materiales, sino que inciden en la construcción simbólica de sentidos y operan sobre las subjetividades del sujeto contemporáneo.
Es como en la ucronía de P. Dick, como El hombre en el castillo, como un gran campo de experimentación de los totalitarismos porno.
La subjetividad tramada por las prácticas de la comunicación global de las TIC garantiza, como vislumbró Philip Dick, como el arte capta, como en Black Mirror, es desvitalizada, pusilánime. El fascismo porno te dice en la cara: te espío, porque sos un gil que me cuenta todo en Facebook. Te espío, porque te rendís a todas las prácticas y ansiedades de la racionalidad capitalista, te someto porque sos un consumidor complaciente, indiferente, desvitalizado. Ni siquiera deseas, a lo sumo cojés de tanto en tanto, pero no deseás, para desear hay que estar vivo, para vivir hay que tomar decisiones, hay que asumir la pérdida, la falta, la lucha por ser quienes somos, y no por ser objetos.

4.
El fascismo porno goza en especial de quebrar a quienes luchan. Goza de someter, de extorsionar, de hacer ceder, goza al violar.
Novecento, de  Bernardo Bertolucci, 1976
Goza al detener a las militantes feministas que convocan al paro internacional del 8M, como si estuviéramos en dictadura, en esta democracia cada día más acotada, ajustada, reducida hasta la asfixia para muchos.
Goza cuando el miedo hace claudicar las convicciones, la solidaridad entre compañeros trabajadores, la falta de palabra, la delación.
El fascismo en todas sus versiones rinde pleitesía a la delación, que es parte de su liturgia. El fascismo pornográfico hace de la delación una virtud pública, promueve a los voluntarios de la delación y en el reino del imaginario, los eleva hasta el panteón de estrellas porno.
Goza del sufrimiento ajeno, es perverso, es pajero, es espectador pero no actor, no se ensucia, es pusilánime.
Se limpia la simiente derramada, que nunca da frutos, y mira para otro lado, "yo no fui".
Y cuando no puede, elimina, encierra, castiga.
Goza porque es obsceno, y le gusta exhibir su triunfo, como el macho que la tiene corta y finita, y es impotente, entonces se toma la pastilla, se casa con el opresor, se cree que en vez de un empleado o una herramienta al servicio de éste es alguien por una vez, que la tiene grande , e impunemente declarar: te echo por tus ideas, te echo porque puedo.
Pero en verdad no puede.
Puede que te la haga pasar mal, que te haga pasar hambre, miedo, frío.
Pero igual no se le para.
Porque sigue siendo payaso.
L. Von Trier, Anticristo, 2009.
Impotente.
Su poder es delegación del amo, nada tiene, todo lo toma por la fuerza, no le pertenece, no es.
Imposta, miente, sube imágenes a facebook y otras redes en los que construye una fachada, una apariencia, un alarde que es solo una pieza más en la trama del reino del imaginario: un interminable anonimato de sonrisas y consumos como remedos de vidas felices. Fotos de felicidades compradas pagando un costo alto, porque siempre se paga tarde o temprano, y no siempre con billetes. Cuerpos desalmados, en paraísos donde nadie es inocente.
Y aun así, el dueño del circo se sirve del payaso y luego los deshecha, como al final de la película Novecento de Bertolucci (con perdón de María Schneider, abusada por este maldito y genial director).
Como dice NE, somos las mujeres que Lars Von Trier retrata, somos las antorchas ardientes mil veces quemadas en hogueras encendidas por machos muertos de miedo.
Ginzburg, Natalia, Léxico familiar, Barcelona,
Penguim Random House, 2016.
Miedo quizá a esa potencia atávica que habita en nuestros úteros, que no son los de carne, sangre y nervios sino las metáforas. No esos órganos que la medicina patriarcal nos arranca, o nos hiere, para hacernos sentir menos, humillarnos, en nombre de la salud. No esas matrices sin las cuales, o  que sin sus frutos, nos quieren hacer creer que no somos nada. No señores, no amos, no patrones, no fachoceócratas. No somos las histéricas, brutos quemadores de brujas.
Somos.
Punto.
Hemos llegado a ser quienes somos.
la flecha de Apolo cruzó el océano de Poseidón, libró batallas y fertilizó esta tierra antigua donde reinan Dionisio y las mujeres.
Acá estamos.
Violadas, quemadas, humilladas.
De pie.
Marchamos todas ayer, marchamos hoy, marcharemos mañana. Y el 24.
Marchamos con miedo, temblando de miedo, pero la frente bien alta.
Y que conste que ese plural femenino incluye a todos los varones que acompañan nuestra lucha y se revelan contra el facho porno.
Esos son nuestros compañeros, amantes, amados, padres, hijos, esposos, amigos, alumnos, profesores, representantes políticos, sindicales, sociales.
Porque el fascismo crece lento, adentro, seduce y conquista los detalles, pero la esperanza, aunque se equivoque, también.


Notas:
[1] 

ver más sobre las fasces romanas: http://imperioromanodexaviervalderas.blogspot.com.ar/2015/05/que-eran-las-fasces.html
[2] Como el caso de Sonia Caudet, docente que por haber explicado su adhesión al paro docente del 6 y 7 de marzo en un pograma de telvisión, fue expuesta y difamada por gobernadora Vidal y las redes. Cfr. en http://www.enorsai.com.ar/politica/21174-filtran-el-video-de-una-docente-que-encaro-a-vidal-en-plena-reunion-y-la-desmintio-en-la-cara.html
[3]Cfr. Forn, Juan "El día que me quiera", 8 de marzo 2013, recuperado en https://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-215311-2013-03-08.html
[4] Rogovsky, Cintia, para Equipo Especialización (2016). Modulo Pensamiento Pedagógico latinoamericano. Clase 2. El campo pedagógico y su objeto (educación). Especialización en Enseñanza de Escritura y Literatura para la escuela secundaria. Ministerio de Educación y Deportes de la Nación. "Adriana Puiggrós sostiene que la educación latinoamericana nace desde una concepción de un vínculo desigual entre educador/educando -un vínculo que expresa una relación desigual de poder, dirá Paulo Freire-que configura una matriz que dejó profundas huellas en nosotros. Esto es consecuencia de aquella escena original del Requerimiento, ¿la recuerdan? El Requerimiento -llamado en realidad “Notificación y requerimiento que se ha dado de hacer a los moradores de las islas en tierra firme del mar océano que aún no están sujetos a Nuestro Señor-era un documento realizado por orden de Fernando II de Aragón, para responder al debate surgido debido a los sermones del dominico fray Antonio de Montesinos que defendía la idea de que los indios debían aceptar de formal y libremente la dominación española. En posición humillante, con la mirada baja frente al español, se les leía este requerimiento en una lengua que la mayoría no comprendía y por medio de la cual recibían el mandato de reconocer la autoridad europea como súbditos libres, y aceptar el cristianismo. Toda negativa o toda tardanza en aceptar estas demandas entrañaba la guerra inmediata (Guerra justa), haciéndoles reos de muerte o de esclavización como rebeldes. De este modo se instala la idea de que en América hay dos clases de sujetos, uno superior, el conquistador blanco, y uno inferior, que no puede levantar la mirada, el indio (Puiggrós, 2003: 22)".