martes, 21 de abril de 2015

Cruzando el río en bicicleta, Ana Cecilia Prenz Kopusar

"En Belgrado fui a dos escuelas, aparte del jardín de infantes. La primera se llamaba Vlada Aksentijevićdonde hice quinto y sexto grado. La segunda Sava Kovačević –la de la canción del comandante– donde terminé séptimo y octavo. La melodía del comandante la repetíamos a menudo con el coro. Creí al pie de la letra lo que me enseñaban. Bratstvo i Jedinstvo, Hermandad y Unidad, era uno de los tantos eslóganes. Sonaba tan bien y sobre todo creíble. Fue linda mi adolescencia en Belgrado, en Yugoslavia. No sé si es el pueblo serbio con su calidez, con su capacidad extrema de hospitalidad que me hizo sentir siempre en casa. Nunca, como entonces, volví a percibir tan fuerte el sentido de pertenencia. Y pensar que era pequeña; no pequeña, jovencita. Lo suficiente como para comprender que era una persona. Tomé conciencia de mí. […]"
Leo esta novela, Cruzando el río en bicicleta,*  y vuelve.
Vuelve como de un viaje la infancia.
En boca de esta poeta y prosista, escritora en tres lenguas, viajera en mil mundos, vuelve Betina, la querida amiga de mi hermana, de la escuelita, y su hermana "grande" Ana Cecilia, hoy una reconocida escritora, Licenciada en Disciplinas del Espectáculo y en Literatura, especialista en los aspectos interculturales del teatro, y sobre todo, diría yo, en cómo se construye una identidad en medio de guerras y exilios, cómo reconstruirse en distintas lenguas, y volver a educarse y a educar, y volver a cultivar la amistad, gozar de lo cotidiano, la comida, los paseos, cómo posicionarse políticamente para transformar el mundo, qué lugar ocupa la violencia en nuestra vida...
Volver a amar.
A pensar el papel de la escuela y sus distintos modelos pedagógicos, escuelas que contienen a los niños y niñas que sufren, o escuelas indiferentes que expulsan...Profesores dispuestos a hacer de la palabra y la lengua un territorio común, y docentes que están demasiado ocupados en cuestiones administrativas como para ocuparse de educar a los distintos, los otros,  los habitados por Otros...
Ana Cecilia, la hija "grande", distancia dada en la infancia por los hoy apenas 6 años que separaron nuestros nacimientos.
Vuelve la casa de su abuela en Ensenada, emerge en forma de novela, con una bella prosa es liviana para relatar lo denso, y permite que no nos afixiemos al recorrer tantos mundos perdidos por la enfermedad, la represión, el exilio político y la emigración.
Vuelve la casa donde, no en la novela sino en mi memoria, saltábamos las cuatro niñas en la cama matrimonial de los abuelos, poniendo en serio riesgo los resortes del colchón, como se tratara de una caminata lunar, hoy camas elásticas...Yuris gagarines, eslavos despatriados.
Casa donde después, furtivamente, fuimos con mi padre a rescatar libros y otras pertenencias "peligrosas" de los amigos a los que el país expulsaba...y que mi padre, y otros amigos, enviarían en la bodega de un barco, algo que para mí configuraba una especie de película, con puerto y brumas y espías...una película no tan lejana a la espantosa realidad.
Novela de construcción de identitades y exilios, de infancias perdidas y recuperadas, de pedagogías de amor y pedagogías opuestas, de escuelas a las que no se va para aprender sino sabiendo (la lengua, ay, la posibilidad de comunicase pero también la frontera).
Ana Cecilia va y viene en el tiempo, de su nacimiento en Yugoeslavia, que ya no existe, hija de argentinos (Octavio y Chiquita Prenz en mi casa); su infancia platenses/ensenadense, luego en Bragado, luego Triste...Sus rebeldías y adaptaciones sus amistades perdidas y reconstruidas, el calor de las comidas, la calidez de los serbo-crotas o croatas serbios, la sequedad triestina, la chatura de una Argentina que no reconocía su propia tragedia, silenciosa...callada.


Ver más: http://librosdelatalitadorada.blogspot.com.ar/2015/01/ana-cecilia-prenz-kopusar-cruzando-el.html

*Prenz Kopušar, Ana Cecilia, Cruzando el río en bicicleta, De la talita dorada, City Bell, 2015.

domingo, 12 de abril de 2015

Esperar que ella fuera ella

Ella hablaba y yo le miraba las manos
su relato la iba de viajes, y vestidos y opiniones políticas y comentarios de películas y todo eso...
Y yo le miraba los gestos y veía las manchas en la piel, las uñas cuidadas, el anillo de plata con la piedra engarzada,
veía en ella, la de ahora, a varias: la que había sido antes, la que yo imaginé que era, la que me hubiese gustado que fuera
Y ella hablaba y hablaba como cualquier señora bien, culta, refinada.

Pero no se parecía así en nada a la que yo recordaba,
que era rebelde, combativa, original
y se reía con cierta insolencia de las convenciones y las ideas pocos originales y en esa risa se hacía jovencísima.
Y yo la quería igual, aunque no la encontrara.
La miraba y pensaba que estaba actuando, que era como una obra de teatro y que yo no tenía derecho a esperar que ella fuera ella.
Y no esta nueva,
solo para no tener que irme con esa sensación de que todo lo que vive está destinado a morir y a ser olvidado.

lunes, 6 de abril de 2015

Sé que no es pálido tu fuego, es vuelo eterno de mariposa D


"La ninfa se desgarra como se había desgarrado la oruga, en la gloria de una última mutación, y la mariposa se escabulle hacia el exterior y se queda suspendida de la ramita para secarse. Al principio, toda húmeda y arrugada, no es muy linda que digamos. Pero esos accesorios fláccidos que liberó pronto empiezan a secarse, a crecer, sus vénulas se ramifican y endurecen, y en no más de veinte minutos la mariposa está lista para volar."(Vladmir Nabokov) *


Dice tu nombre hebreo que sos como la abeja trabajadora, incansable, ,דְּבוֹרָה . Y también heroína valiente que libera a los suyos, con los dones especiales de la sabiduría y la profecía, qué duda cabe. 
Hacías de las flores néctar de miel, circuito de la vida que empieza pero nunca finaliza. 
Polen, vuelo, flor, panal, celda, jalea, alimento. Dulce alimento, fruto del esfuerzo pero también del amor, nacido del deseo.
¡Ay! Lo dulce, ya sabemos... Todo eso del azúcar y la glucosa, y la miel...
Hay lo libre (¡Ay!), qué miedo da, qué difícil aceptarlo, qué manera de enseñarnos, amiga.
Elegancia azul, elegancia sofisticada, que dice del cuidado de las formas como tributo a la belleza de la vida, vos.

#Deboraabeja, deboadoradoras, nosotras.

Dicen que las metamorfosis son renaceres, resurrecciones en formas más perfectas, aladas, libres. Adiós capullo de seda, bienvenido viento del otoño que te lleva a volar, libre ya de los pesares.
Dicen que hubo un eclipse de Luna para honrar tu partida. Un fenómeno extraordinario y poco frecuente. No nos sorprende, es algo a tu medida.
Nosotras, insectos terrestres, ponele, no sabemos mucho de eso. Casi nada.
Pero dicen que N sintió el aleteo el sábado a la madrugada, que a L le llegaste como reflujo en tu despedida, que M inmediatamente acusó recibo del significante mariposa  y acá estamos, todas de nuevo, intentando llenar el vacío con palabras, continuar con vos esta charla.
Talia y Pedro empapelaron el cielo de las redes sociales con fotos de tu sonrisa, vibrante y contagiosa.
Todas tus amigas acá y allá, enviándote mensajes para acompañar tu vuelo, mensajes de orugas, algo tontos, algunos mudos, otros de palabras, lo que podemos.

Te extrañamos tanto, mariposa.

Te dije la otra vez que eras como Mashenka, el personaje de la novela de Nabokov del mismo nombre, tan amada e inolvidable como son los amores de nuestra primera juventud. Demasiado breves, pero los más intensos, los que viven por siempre.
Y M dice ayer lo de las mariposa, lo de la  Dra. Elisabeth Kübler-Ross, que enseña que "morir es trasladarse a una casa más bella, 'se trata sencillamente de abandonar el cuerpo físico como una mariposa abandona su capullo de seda'." 
Yo de mariposas no sé nada, casi, pero esto tampoco puede ser casual.Yo no sé casi nada de nada...


eclipse total de Luna, madrugada
4 de abril 2015
Aunque si sé un par de cosas:
sé que no es pálido tu fuego.
Sé que vive en Pedro, en todos los que te amamos.

Y luego, sigo leyendo, como si estuviéramos conversando de esto en tu casa, mate por medio, y en cualquier momento estuvieran por sumarse a la charla  R o tus padres, que andan tamibién por ahí  y tuviéramos que disimular un poco nuestras verborragias, para que no confirmen que estamos medio locas, y saltamos de un tema a otro con whatsapp incluido  y charlas transocéanicas, también atravesando (vos valiente, nosotras, yo, temblando) esas conversaciones que hubiéramos preferido no tener nunca. 
Y vimos la película y nos dijiste lo que tenías que decirnos.
Sigo leyendo  y nos dice Nabokov, borgianamente: "Había un filósofo chino que toda su vida se preguntó si era un filósofo chino que soñaba que era una mariposa o una mariposa que soñaba que era un filósofo"*...

Había unas amigas que soñaron que eran orugas, y al despertar descubrieron que una de ellas se había convertido en mariposa.
Soñemos, queridas.


*Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/9-1948.html