miércoles, 21 de febrero de 2024

Herencias, demencias, legados

 Mi padre había muerto en otro siglo.

Mi madre en este.
Las cartas atraviesan las fronteras del tiempo, a veces llegan como sueño, pero a veces como demostración.
Cuando lo material expresa determinadas formas y modos, el entendimiento tiene una oportunidad.
Vuelvo a leer. No voy a decir: es un milagro que esa carta emergiera entre los restos del naufragio de aquella inundación donde perdimos casi todo.
Estaba a una altura muy elevada, tal vez también como metáfora, pero sobre todo, por encima del metro ochenta que arrasó todo.
El tiempo ocurre como ficción. Hablo de 2013, de 1985, de 2024.
Mí padre murió en el siglo pasado.
Mí madre lo sobrevivió casi 30 años.
Sin embargo ahí, en esos párrafos, estaba escrito el futuro.
Publicarlo sería un acto de justicia.
De reparación.
Ya veremos...
Esa es también la diferencia entre una ética y una moral.
Pueden quitarte tu herencia, tu patri (padre) monio.La demencia malvada y perversa hace eso. Narciso en el espejo, se cree la medida del bien y del mal, es un pobre animal rastrero.
Prefiero siempre el Autómata Espiritual del amigo de Ámsterdam.
Los vemos, lo vemos: cómo gobierna insaciable, sin ley, frustrado y rencoroso, el Paladín de la Envidia Moralista.
Pueden quitarte muchas cosas.
No pueden quitarte el legado que hace de la Ley del Padre un orden donde No Todo, Donde No Cualquier Cosa, Donde no A Costa de la Destrucción del Otro, no del otro, ni de los retoños del otro que son atributos de futuro, de lo que no conocemos y apenas sospechamos, como diría el poeta.
Donde se cuida la inocencia y se la protege.
Donde la debilidad no es excusa para los Insaciables desesperados de un Hambre sin Fin ni Destino, protagonistas de la Historia natural de la Destrucción.
Pueden enfermarte y matarte, pero nunca podrán sacarme mí amor.