lunes, 30 de noviembre de 2015

Boxeadores, dioses y demonios (serie "Izarnos sobre las puntas de los pies")

 "El que sobreviva a este día y vuelva sano y salvo a su casa,
se izará sobre las puntas de los pies cuando se mencione esta fecha,
y se crecerá por encima de sí mismo al oír el nombre de San Crispín."( Discurso de Enrique V a sus tropas antes de la batalla de Agincourt
William Shakespeare, Acto 4, Escena 3.  Arenga imaginaria, 1415]

 (si bien se puede leer este posteo suelto, es una continuidad de los anteriores)
 
Batalla de Agincourt, 1429

 Poner el cuerpo: boxeadores, dioses y demonios
Para la mayoría de quienes intentamos ponerle el cuerpo al deseo, es importante sostener nuestras posiciones políticas con una praxis de militancia (otra palabra que quiere decir cosas distintas para ellos y nosotros), en cualquier espacio político,  por más que en Cambiemos se llame "voluntariado", otro significante que habrá que analizar
Creemos esto, aunque muchas veces implique renunciar a algunas comodidades burguesas: resignar tiempo, dinero, confort o proyectos personales.
Pensar, escuchar y hacer, son praxis. 
Eso no impide que haya  quienes se sirvan de la política para sí mismos. Siempre los hubo en todos los espacios, tal vez siempre los habrá. Los seres humanos somos, entre otras cosas, imperfectos y contradictorios, y estamos habitados por dioses y demonios. No somos ciegos ante las contradicciones propias, o ante quienes están en nuestras filas y son oscuros, desleales o traidores. Pero, como nos recuerda la arenga de Enrique V antes de la batalla de Agincourt, donde los franceses eran inmensamente superiores a las tropas del monarca inglés,  hay momentos históricos que se convierten en acontecimientos. Nos permiten elegir entre la dignidad, el honor, vivir (incluso en la derrota) "izados sobre nuestros pies" y no de un modo vergonzante.
Aunque nos sigan amenzando, ahora con más violencia, por pensar distinto (a ellos). Aunque eso ponga en riesgo nuestros trabajos, nuestra comodidad, nuestras certezas.
Incluso, cuando la osadía es mayor, cuando el poder al que nos enfrentamos es inmenso, sabemos que existe nobleza en esa lucha, como en la de los héroes de San Crispín. Quizá perdamos mucho; quizá seamos víctimas del desprestigio, las mentiras, persecuciones o cosas aún peores, pero seremos recordados con admiración, promete el poeta.
Se trata no de una guerra en términos de violencia. Sino de una disputa en términos de sentido, y de defensa de los propios derechos. 
Fuente: Infobae
Es como el boxeador que una vez agotados los recursos de la técnica, la inteligencia,  el talento, se sobrepone a la adversidad sólo a fuerza de coraje. No es que ignore que ha cometido errores, que ha descuidado el entrenamiento, que ha comido mal, que su rival es superior, que tiene más sponsors
Es que la motivación de quien sabe que puede ser libre, porque lo ha experimentado en carne propia, configura una promesa de futuro que permitirá superar las adversidades del presente.
También nos queda, en esta elección que implica un posicionamiento ético y estético, una opción por la belleza. Tal es el caso de Sergio "Maravilla" Martínez. Retirado ya de las exigencias del deporte competititvo en los más altos niveles, de ese arte de la lucha, pero valiéndose de los saberes allí adquiridos (como la importancia de la disciplina y la perseverancia), se vuelca a otros modos de creación y de enseñanza, como el teatro, la canción o la actuación. Porque al final, lo que aparece, es ese ponerle el cuerpo a su deseo de darle un buen espectáculo al público, al otro, a los demás.  
Dar, aun a riesgo de recibir unas cuantas piñas, ya sea en el ring, ya en un escenario. 
Quizá hoy nos toque perder en San Crispin...¿Pero acaso renunciaríamos al haber tenido este privilegio de ser parte?


Nota: todas estas reflexiones son el resultado de conversaciones con amigos/as, colegas, militantes, gente que encuentro en la calle, lecturas, alumnos, maestros, compañeros del doctorado, de espacios laborales, de lo que leo en las redes. Para mí, nada se puede realmente pensar en soledad, en soliloquio, sin enloquecer. Pensar en diálogo con los otros/as es vital.

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