lunes, 20 de junio de 2011

Día de la Bandera, nuestras banderas

En en una entrevista publicada en el último número de la revista 23 (19/6/11) la senadora nacional Norma Morandini explica las razones por las que se opuso, en el Parlamento, a una serie de iniciativas del PE  consideradas progresistas en amplios sectores de la sociedad argentina, como por ejemplo la institución del 24 de marzo como feriado nacional y DIA NACIONAL DE LA MEMORIA POR LA VERDAD Y LA JUSTICIA. (ley 26.085 del 2006).
Los argumentos de la senadora y actual candidata a Vicepresidenta de la Nación de Binner, escapan a mi comprensión. Sostiene que se opuso porque, para ella, ese día debería ser una jornada de "recogimiento" y que se siente "perturbada" al observar que para muchos compatriotas se incorpora como un feriado largo para hacer turismo. Es decir, en su tarea como legisladora no parece haber evaluado los aspectos simbólico-políticos del valor colectivo de la conmemoración (hacer memoria) de la fecha en el calendario oficial, si no sus personales sentimientos de rechazo (¿intolerancia?) frente a la conducta de algunos sectores de la sociedad que no comparten esos valores.
Desconozco si en un día como hoy, feriado nacional por conmemorarse la muerte del creador de la bandera, la senadora Morandini ha organizado una jornada de reflexión y recogimiento. Ignoro cuántos argentinos utilizan esta fecha para pasear, descansar, visitar a sus familias, realizar actividades políticas de conmemoración, o simplemente cumplir con sus obligaciones laborales si así les corresponde. No sé si un chofer de colectivo que transporta pasajeros, un médico que está de guardia, un soldado conscripto o un músico integrante de un banda militar que participa de los actos de conmemoración oficiales tiene mejores o peores sentimientos patrióticos que otros argentinos, si son más intensos hoy que ayer o que mañana.
En casa hemos colgado la bandera en la ventana.
El alcance de ese pequeño gesto nos hace sentir parte de una patria más acogedora y propia, que exige por cierto responsabilidades y sacrificios pero también satisfacciones y esperanzas, horizontes pensables al mediano y largo plazo para un país que, sin embargo, durante muchos años nos rechazó y nos impulsó al cipayismo, (disfrazado de cosmopolitismo), al exilio y al rechazo de todas las categorías de las que parecían haberse apropiado para siempre los "dueños de la patria" y de las palabras como bandera, nacionalismo, próceres, soberanía, sólo para achicar la Nación y exterminar a una gran cantidad de sus mejores hijos. (Y, de paso, sólo nos dejaban, para interpretar la historia, el relato infantilizante de las Billiken más o menos elaboradas.)
En la sociedad capitalista y consumista, en el mundo desacralizado, es probable que el simbolismo que portan ciertos homenajes no sea más que una nueva excusa para el despojo y el consumo.
Quienes profesan el culto católico sentirán probablemente, como la senadora, el rechazo por la utilización de la Navidad o la Semana Santa como meras excusas para el comercio y el turismo. Quienes han dejado parte de su vida en la lucha por los derechos humanos y la recuperación de la memoria, observarán con desconcierto a sus compatriotas que, indiferentes al dolor y a la reivindicación que implica, ignoran la diferencia entre el 24 de marzo y cualquier otro feriado. Quienes perdieron (para siempre, o en los laberintos de la sinrazón) a sus hijos, hermanos, padres, en Malvinas, se sentirán incomprendidos cuando los diarios exhiben los números del crecimiento del turismo el 2 de abril.
Para las generaciones de jóvenes y adolescentes, esas fechas tendrán muchos significados y tal vez, solamente, un ritual escolar que les posibilita faltar un día a la escuela. Nadie puede afirmar con certeza qué le ocurre a cada ciudadano.
Quién sabe qué conjeturas y sueños de futuro colectivo para los americanos (que somos todos, y no sólo los norteamericanos, aunque haya que repetirlo una y otra vez)  habitaban en la imaginación de Manuel Belgrano y sus contemporáneos al crear la bandera y al luchar por independizarnos del imperio español. Muchas de esas ideas han llegado hasta nosotros y se han reinterpretado, como sucede siempre en la historia, con las pinceladas que cada época le imprime a sus memoria del pasado individual y colectivo.
Las instituciones legales, como los feriados conmemorativos, expresan decisiones políticas sostenidas por determinadas ideas que se pretende sostener en el presente, a la vez que señalan líneas de acción para el futuro, los acuerdos sociales fundamentales sobre el proyecto de país y los derechos de sus ciudadanos, sin que ello signifique desconocer que el conflicto de intereses es constitutivo de las sociedades políticas.
Afortunadamente para la senadora Morandini, para cada uno de nosotros, vivimos hoy con la libertad para interpretar y conmemorar estas fechas como nos parezca más adecuado. Y con las instituciones, como el feriado de hoy, suficientes para sentirnos parte de una sociedad que se reconoce heredera de ciertas tradiciones y luchas, que las recuerda mediante los rituales que la cultura dispone para nosotros dentro de las formas de organización del Estado democrático que hemos podido, sabido, construir. 
No hagamos nuestra la cobardía del Triunvirato que censuró a Belgrano por su estandarte. No hay que temer a las evocaciones múltiples de la bandera que cada uno reivindica en su corazón. 
Hoy, como el año pasado en los multitudinarios festejos por el Bicentenario, como nunca en la vida de los que andamos por los 40, podemos cantar con orgullo y sin vergüenza:
Aquí está, como el cielo refulgente,
ostentando sublime majestad,
después de haber cruzado el Continente,
exclamando a su paso: ¡Libertad!
¡Libertad! ¡Libertad!




2 comentarios:

Diana dijo...

Muy bueno. Me gustó.

Palabrascromáticas (Cintia Rogovsky) dijo...

Qué bueno. me disparé para cualquier otro lado, pero en verdad me causa mucho asombro que una dirigente política, senadora y candidata, explique sus decisiones no en base a ideas y argumentos políticos, sino con un discurso que parece robado de actrices de segunda línea. "Me perturba tal cosa". Sería largo de explicar...