martes, 18 de septiembre de 2018

De cada vez

Le dice que cree que se acuerda de cada vez. A ella le resulta curioso. Fueron bastantes veces, con largas pausas, a lo largo de unos cuantos años.
Ella no sabe si se acuerda de cada vez. Debería hacer la prueba, intentar reconstruir esos itinerarios. Pero no se le da por ahí, al menos ahora. En cambio, se acuerda de la música. La suya y la de los otros. Él le descubre tantos mundos musicales que ella pasa por alto otros desencuentros.
Y mundos iki.
Como ceremonias del té en la cocina o el dormitorio. O el vino y el amor sobre la alfombra.
Iki way.
Y las flores.
Brian Eno, Blur, flores, tapices africanos, tambores, vientos americanos, guitarras de todos los países y asteroides.
Y la autopista.
Siempre la autopista.
Le dice cosas tan lindas que se desvanece la melancolía del domingo.
Todo es diáfano.
Siempre son jóvenes. Y hermosos, y es como si hubiera un sonido de mareas que suben y bajan que acompaña las tardes urbanas, y hace calor aunque sea invierno.
No hay traiciones ni simulacros.
Él le pregunta en qué anda, se cuentan. No hay celos ni recelos, hay paz, amistad, buenos recuerdos.
Hay una arquitectura de ascensos y descensos, escaleras antiguas y ascensores modernos.
Sus manos mágicas que exorcizan los fantasmas con las cuerdas  y un tema de George Harrison en esa voz tranquilizadora, el sol que entra por la ventana gigante,
Recuerda.
Recuérdanos así.

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