lunes, 24 de septiembre de 2018

Bendita primavera

" [...] y se reía de mi 
dulce embustera 
la maldita primavera".
(Gaetano “Totò” Savio, música, 
y Amerigo Cassella, letra)




Junto al lago, las piedras eran más blancas, la tarde se prolongaba y se vestía de colores que nunca en la ciudad, al correr del río se adivinaba, alocado, por los murmullos que cada tanto llegaban.
Y vos.
Y yo.
Y todo el porvenir.
Podíamos amar, leer un libro detrás del otro sin interrupciones, no había celulares, las pausas eran para buscar leña, caminar por los senderos infinitos, escalar las cumbres, hacer amistades nuevas, preparar el fuego para la comida, hacerlo en la carpa hasta agotarnos, contar satélites fugaces y estrellas orbitantes, armar cigarros, tomar chocolate caliente en jarritos abollados, soñar revoluciones e hijos en futuros de todas las formas posibles.
Todo lo que creíamos olvidado regresa.
A veces como nostalgia, a veces como el llamado de una selva que aún nos habita.
A veces en las extrañas formas en que conectamos con otrxs, como si en nuestro adn hubiera alguna sustancia hecha de moléculas y poesía, de canciones, imágenes y potasio. Y sin que lo notemos, nuestro olfato descubre en una determinada piel el recuerdo atávico del bosque de arrayanes, el presentimiento de un volcán, la memoria de algo que nunca ocurrió pero podría haber ocurrido.
No lo llamamos amor porque esa palabra puede encubrir equívocos interminables y melodramas rusos.
A veces es el tono de una voz, el puro significante que hace deseo en nuestra epidermis.
Otras veces es solo la maldita primavera.
Pero no importa, con tal de que prevalezca un poco de paz, un poco de vida, un poco de esta bendita primavera..

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