sábado, 16 de diciembre de 2017

Milena Jesenská, "el brillo de sus ojos fulmina el dolor del mundo".

"Ella es fuego vivo, como yo jamás había visto [...]. 
Sin embargo es, al mismo tempo, dulce, animosa, inteligente y
 volcada totalmente al sacrificio, o, si se prefiere, lo consigue todo a través de su sacrificio..." 
(Franz Kafka, acerca de Milena)*

(Sugerencia: se puede leer este posteo escuchando  Pélleas und Melisande op.5, de Arnold Schönberg, 1903)

Milena ama a Kafka, incluso lo ama por sus tormentos, sus extravagancias, sus oscuridades.
Lo ama como ama Milena: apasionada y exageradamente. Milena no especula ni despliega los artilugios habituales de la histeria. Esa forma de amar suele asustar a los hombres comunes, aunque claro, Kafka no es un hombre común, pero es un hombre. Ella lo reconoce como el genio que es, cuando nadie lo hace."No sabes nada de alguien hasta que no lo amas", le dice Milena a su amiga alemana Margarete.
Él, a su vez, valora en ella sus múltiples virtudes, a pesar de que sus inseguridades le impiden a ella darse valor. Le escribe: "Habría que tomar su rostro, Milena, entre las dos manos y mirarla fijamente a los ojos para que se reconociera a sí misma en los ojos del otro y a partir de entonces fuese ya incapaz de ni siquiera pensar las cosas que en ella ha escrito". Y también: "el brillo de ssu ojos fulmina el dolor del mundo" (3 de junio de 1920). **
Se ven pocas veces en los dos años que dura su relación, y sin embargo, sostienen su amor con cartas. Las de él, nos han llegado hasta el presente y se han publicado, las de ella, más dispersas.
Kafka era un genio y, sin duda, uno de los escritores más influyentes del siglo XX, de los indispensables, aunque él jamás llegó a enterarse. Milena también, pero la historia también está tomada por el discurso patriarcal, de modo que sabemos mucho menos de ella y por lo general se la conoce como "la amante de Kafka". 
Milena había nacido en 1896, en el seno de una familia burguesa mitad burguesa, mitad aristocrática y culta de Praga, y morirá en 1944 en el campo de concentración de Ravensbrück, Alemania. Allí no solo demostrará su enorme energía vital, su vocación periodística que la lleva a intentar conocer y escuchar a los demás, sus críticas a todos los totalitarismos, incluso y pagando por ello un alto costo, al Partido (Comunista, obviamente) en cuyas filas había militado en Praga y por lo cual se enfrentará con otras prisioneras políticas, como ella, mujeres rusas o alemanas que siguen fieles al partido soviético a pesar de las purgas estalinistas. Allí nacerá una profunda amistad con otra periodista y escritora, alemana ella, Margarete Buber-Neumann, que viene de sobrevivir a un campo de reclusión soviético y sobrevivirá también a lo nazis. Y escribirá la historia de la amistad con Milena, para homenajearla y reivindicarla.
Ya desde muy joven Milena enfrenta al dolor, y se sobrepone, con la temprana de su muerte de su madre tras una larga agonía que deja a la adolescente en el rol de enfermera que asiste a la decadencia, el sufrimiento y el ocaso de la persona a la que más ama. Su padre, autoritario, nacionalista y narcisista, exitoso médico que aspira a destacarse en la sociedad checa, no soporta la rebeldía de la joven estudiante, sus extravagancias, y le impone duros castigos. Sin embargo ella resiste, elige una y otra vez el camino del amor, la amistad y el compromiso con artistas, bohemios, militantes políticos,  feministas. Estudia en el exclusivo Instituto para Niñas Minerva, y muy joven aún, se enamora de de Ernst Pollak, un escritor austriaco judío, lo que enfurece a su padre, que le retira todo su apoyo tras casarse con él, por lo que se irán a vivir pobremente en Viena.
En 1919 lee unos cuentos del checo de lengua alemana Franz Kafka, entonces Milena le escribe por primera vez para pedirle autorización para traducirlos al checo. Así se inicia un apasionado intercambio epistolar que durará dos años: de 1920 a 1922,  que dará origen a su amor. Es un amor en el que sólo se ven dos veces: unos cuatro días en Viena y un día en Gmünd.
Es un amor plagado de malos entendidos, reproches, intensos y breves encuentros tormentosos y deseos que enloquecen a los amantes. Las Cartas a Milena de Kafka así lo muestran. Se escriben todo el tiempo, las cartas van y vienen, las respuestas se confunden, como sucede a veces hoy con los chat, aunque con mucho más arte, elegancia y estilo. Ella no se decide a dejar a su marido, él, me parece, se asusta de la intensidad del amor y el sacrifico de ella. No se entienden, ¿qué enamorados se entienden hablando? 
"Pero, niñita (soy yo el que habla así a Medusa), tomas en serio todas mis estúpidas bromas (de žid y nechápu [44] y de «odio»), yo sólo quería con ello hacerte reír un poco; el miedo crea malentendidos entre nosotros",** le escribe él 13 de junio de 1920, por ejemplo.
Como se sabe, enfermo y deprimido, Kafka muere en 1934. Ella escribirá sobre él para el diario Narodni Listy de Praga, que era: "tímido, retraído, suave y amable, visionario, demasiado sabio para vivir, demasiado débil para luchar, de los que se someten al vencedor y acaban por avergonzarlo".
Desde 1920 Milena se convierte en una referente del mundo cultural y comunicacional de su entorno y será reconocida como una periodista muy original, feminista y jugada. En Viena colabora con los periódicos checos Tribuna y Národní Listy y las revistas Pestrý týden y Lidové Noviny. Entre 1938 y 1939 edita Presencia (Přítomnost), un importante semanario cultural y político (Praga). Una vez divorciada de Ernst Pollak, se radica nuevamente en Praga, la ciudad que ama (Margarete cuenta que en el campo de concentración ella se presentaba como "Milena, de Praga", sin mencionar su apellido, que le parecía menos relevante que su ciudad).

"A Dios gracias, no se puede matar el amor. Es más fuerte que todas las barbaries"
Se casará con el arquitecto checo Jaromír Krejcar y en 1928 nace su hija Jana, y ambos militan en el Partido Comunista Checo, pero al conocer los crímenes de Stalin, se volverán muy críticos. El matrimonio no dura, Milena comienza una etapa de intensa actividad profesional y a la vez, mucha tragedia, se hace adicta a la morfina, se desencanta del comunismo, apoya a los judíos que están siendo perseguidos por los nazis. Es decir, elige la libertad y el sacrificio. 
Pagará un costo por sus posicionamientos públicos: la Gestapo la detiene en 1939 y la recluye hasta su muerte en el campo de concentración de Ravensbrück, donde se convierte en enfermera. 
Solidaria, valiente siempre, preocupada por las demás prisioneras, no se aviene a perder su humanidad, a convertirse en un deshecho, una cosa con la cual los carceleras opresores pueden hacer lo que quieran. A pesar del quebranto físico de la enfermedad y el hambre, organiza espacios para poder seguir conversando de arte, literatura y política con su amiga Margarete Buber-Neumann, para hacer de esos diálogos una especie de isla que las salve del estado de muertas vivas en el que están sumidas la mayoría de las prisioneras, quebradas.
"A Dios gracias, no se puede matar el amor. Es más fuerte que todas las barbaries", le dice Milena a su amiga, al contemplar las miradas de las prisioneras que aún degradadas a la condición de objetos, pueden brillar cuando se cruzan con el brillo de la mirada de otro prisionero de un barracón lejano, o un joven soldadito SS que se juega la vida por amor a una gitana.
Milena muere en el campo de concentración en 1944, debido a una infección renal.


*Buber-Neumann, Margaete, Milena, Buenos Aires, Tusquets, 2017.
**, Kafka, Franz, Cartas a Milena, disponible en https://drive.google.com/open?id=1haSjIqww1-ucInZfujpKtnV-SWT5oirh

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