lunes, 28 de diciembre de 2009

El fin de los Días, Al Anadalus y Sefarad


Hace unos años, leí un libro titulado El fin de los días. Los judíos en España: una historia de tolerancia y tiranía, cuya autora es la canadiense Erna Paris. (Emecé, Buenos Aires, 2003) En el epígrafe, encontramos una cita de Byron, que dice: "Y la historia, con toda la vastedad de sus volúmenes, contiene sólo una página". En el libro, Paris analiza cómo la antigua Hispania romana atravesó los siglos del medioevo al renacimiento, pasando de ser una sociedad multicultural con tolerancia a la diversidad religiosa, cultural y étnica, a una reino católico con una poderosa Inquisición al servicio del Estado absoluto (de los reyes Fernando e Isabel) y perseguidora de moros y judíos.
Los siglos de pluralismo y tolerancia habían posibilitado el crecimiento, junto a las higueras y los olivares, el embriagador perfume de los almendros, los baños y las fuentes, las mezquitas, iglesias y sinagogas, de una sociedad rica en bienes culturales y materiales, a partir de la colaboración y el intercambio de saberes entre los diversos grupos que allí posperaban, algo extraordinario en el Occidente conocido.
Erna Paris compara lo ocurrido en la España medieval con las catástrofes sociales de los siglos XIX y XX en Europa (fascismo, nazismo, etcétera) y señala afinidades con el clima político instaurado en la era Bush en los Estados Unidos y, por este Imperio, proyectado en todo el mundo.
"Mucho tiempo después de la caída del imperio romano, hacia el siglo IX, la capital andaluza de
Córdoba (España) estaba salpicada de jardines, que se conocían como ‘los prados murmurantes’” (Paris, 2003). Como muchos pueblos provenientes del desierto, los árabes amaban el agua, por lo cual no sólo implementaron grandes obras de riego para alimentar los vastos sembradíos de arroz, olivares,viñedos, trigo, algodón y caña de azúcar, sino que también crearon extraordinarios jardines. Cultores de la ciencia botánica y de nuevas técnicas agrícolas, transplantaban desde las montañas higueras, almendros y granados, que perfumaban la ciudad, y construyeron cañerías de plomo para canalizar el agua que, proveniente de los ríos, nutría a estos jardines como así también a las fuentes y los baños. En un relato de esa época, un cronista observó que “los árabes de Andalucía eran las gentes más limpias de la tierra. […] Llevan la limpieza a tal extremo que es más común que un hombre pobre gaste su último dirham en comprar jabón en lugar de comida”.(Fuente: "Abrevando en aguas y culturas").
¿Dónde quedó aquel mundo,sepultado bajo la sangre de miles de personas asesinadas en pogromos y batallas entre quienes habían sido largo tiempo hermanos? ¿Cuánto dinero y desarrollo le dejó a la España conquistadora su conquista de Andalucía y América?
Siempre quedan las huellas, en los rostros aceitunados de los españoles del sur, en los apellidos "reformados" de conversos y "marranos" emigrados a América, el uso de los números arábigos y el álgebra, la música y la palabra, (aceite, azúcar, alcohol, almohada, y ....), el recuerdo atávico escondido detrás de los romances y el cancionero español.

5 comentarios:

damián de torres dijo...

Hola saludos a todos tus lectores y Feliz 2010.
Estoy de acuerdo contigo en la triste transición que vivió Hispania de la multiculturalidad a la cultura única e impuesta, al igual que a la fe, la religión, la sociedad y todo el modelo social, económico y religioso intolerante y excluyente que, en definitiva supone un retroceso grave y preocupante en la evolución del ser humano sobre este planeta.
Observo por tus reflexiones la admiración que sientes por el legado cultural árabe que recibió nuestra Hispania. Debe ser similar a la admiración que yo profeso por el legado de Roma.
Sin el menor ánimo de entrar en polémica, opino que fue durante el imperio romano una de las mayores épocas de florecimiento de la multiculturalidad en Hispania, de convivencia de razas, de culturas, de tradiciones. La época en las frecuentes conquistan proveían de nuevas tecnologías, nuevos alimentos, perfumes, medicinas, prendas de vestir,…nuevas técnicas de hacer objetos tanto para la guerra como el refinado día a día de los ciudadanos pudientes y de aquellos que accedían a la fortuna por cualquiera de las numerosas formas que facilitaba el comercio, la guerra, la agricultura o el arte.
Es Roma quien extiende hasta las clases sociales más sencillas el placer y la relajación que se obtiene en las termas. Es Roma quien hace los grandes trasvases de agua ( y a veces entre dos cuencas hidrológicas diferentes). Recordemos el trasvase entre los actuales Albarracín y Cella en Teruel. Es Roma la que lleva el agua de consumo a las domus a través de conducciones abiertas o cerradas con tuberías de cerámica y/o de plomo (las fistulae). Es Roma la que construye los grandes cauces para deshacerse de las aguas residuales (cloacas), todavía hoy en funcionamiento en ciudades de nuestro país. Es también Roma la que a las aplicaciones tradicionales del agua para el consumo y la higiene, añade el uso relativo al ocio y relajación mediante el spa (“salus per acqua”), y la que añade al uso para el riego de los cultivos, su aplicación industrial, al arrastrar norias para accionar molinos de grano, aunque esto último es posible que lo observara en territorio de los partos o en la antigua Mesopotamia.
Para concluir con un nuevo punto de encuentro contigo, reconozco que es a la cultura arábiga a quien tenemos que agradecer la introducción de la caña de azúcar en Hispania.

Anónimo dijo...

Qué pluma maravillosa, podía escucha el fresco y el ruido de las fuentes al leerlo

Elvira

Palabrascromáticas (Cintia Rogovsky) dijo...

Sí Damián, estoy de acuerdo con lo que narrás y el bello modo en que lo hacés.

Anónimo dijo...

Hermosa reseña, parole cromatiche. Ciertos frutos de la ideología autoritaria e intolerante que borró aquella experiencia multicultural también pueden hallarse en piezas literarias (magnificamente escritas), como el Poema del Mio Cid, que endiosan como "virtudes de la estirpe" la crueldad de un mercenario (interpretado en el cine por otro gran cabrón, Charlton Heston). Ni qué hablar de la historiografía hispanista que acuñó el término reaccionario de "Reconquista" para legitimar una aventura de aves de rapiñas feudales, presentados como paladines de la "hispanidad". Pensar que todavía el término Reconquista es utiiizado en manuales de historia que atosigaron nuestra educación básica y media. Perdón por la exasperacion. Abrazo ATS (Aparicio te saluda)

Palabrascromáticas (Cintia Rogovsky) dijo...

Aparicio!!! Tal cual. es como la mentada "Libertadora", no?
La reconquista, salvaje conquista de quienes no querían labrar ni amar la tierra para hacerla producir, ni dividir sus latifundios, y que sólo sabían ganarse el pan mediante los botines de guerra robados a sangre, cruz y espada.