Intento escribir y no puedo. Una serie de distracciones se precipita: el ruido del lavarropas indica que ha terminado su ciclo. Debo negociar con mi hijo el uso de la computadora. Suena el teléfono. Mi esposo me habla de cosas de otro mundo. Resoplo, me enojo, protesto una queja que se hace incomprensible para los otros.
Quería tener un estudio y una computadora con banda ancha. Entonces, pensaba, escribir será fácil. Como si pudiera crear con lo tectónico, lo tangible, el tiempo y la intimidad. Sé que ese pensamiento era una tontería, y lo sé porque ahora tengo mi estudio y mi banda ancha, pero no lo demás.
Daría cualquier cosa por estar sola una tarde, me digo. Y no caer rendida de cansancio, no usar ese tiempo de soledad para limpiar, planchar, hacer mandados –aunque nadie me “manda” a comprar, me manda en todo caso un diablito que tengo que me dice: sos una madre, sos una esposa, sos una ama de casa, sos una laburante–. No hay manera de hacerlo callar.
Además me pongo nerviosa porque espero visita, y las vistas son una distracción más con la cual no contaba. Aunque en realidad todas las distracciones son inesperadas. A veces, cuando trabajo en textos ajenos, me posee otro demonio tiránico y hostil que desearía que estuviera ahora presente. Todo lo gregario desaparece en su presencia, nada me interrumpe ni me distrae. Así me gano la vida: como un demonio que no pierde un minuto en tonterías.
No sé qué tienen en común, pero entre los dos se ocupan de que mi vida sea útil, servicial y apurada.
Tal vez esa sea mi idea del Paraíso. Una eternidad sin diablitos que me roben el tiempo.
caprichos de palabras y colores para navegantes... "La palabra humana es como una caldera rota en la que tocamos melodías para que bailen los osos, cuando quisiéramos conmover a las estrellas". (G. Flaubert). Mis libros de narrativa publicados: la novela Último verano en Stalingrado (Grupo Editorial Sur, 2014); Alma rusa (Edulp, 2020, crónicas) y Yegua (Cuero, 2021, cuentos)
Etiquetas
abortos
Alma rusa
Amantes
América Latina
Amigas
Amigos
amigxs
animales
Artistas e imágenes
ASPO
Bibliotecas
Biografías
Cada día tiene su afán
canciones
Cine
Citas
Comunicación
Comunicación/Educación
Concursos
correspondencia con amigos
Crónicas post ballotage
Crónicas del Fin de los días más felices
Cuarentena
Cuentos
Cuerpo
Cultura
danza
De los blogs que me interesan
Del oficio de escribir
Edición
educación
Educativas
El Año que vivimos en peligro
Enfermedad
Ensayo
entrevistas
Eros
Estudios culturales
Exposiciones y espectáculos
feminismo
ficcionarias
FOXP2
fútbol
FX
Genocidio
hijos
Hispania Sefarad Iberoamericanos
Ideológicas
Impresiones
infancias
jardines
Kirchnerismo
La humanidad progresa
La Plata
Lecturas y escritores
Lo que la inundación nos dejó
Madres
Madres-padres-hijos
MemoriaVerdadyJusticia
Microrrelato
Mujeres
Música
Norteamericana
Novela
padres
pandemia
pedagogías
peronismo
Poder
Poesía
Política
Psique
Redes
Religiones
Reseñas
Retratos caprichosos
Sci fi
Serie homenaje a escritores
Series
Sion
Teatro
Televisión
Urbanas
Viajes
violencia
domingo, 23 de diciembre de 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Es cierto, las distracciones siempre son inesperadas y se precipitan. No sé qué hace que uno a veces les de lugar y a veces no. Quizás estamos más acostumbrados a obedecer las obligaciones y menos los deseos.
Publicar un comentario