viernes, 25 de diciembre de 2015

Cerdos y peces. Buena fortuna. "Yo estoy vivo y vosotros estáis muertos"


 “La propia verdad. Cerdos y peces. Buena fortuna. Será provechoso cruzar la gran corriente. La perseverancia es conveniente”. (hexagrama 61, Chung Fu/La verdad interior.Trigramas:
Superior: Sun Lo Suave, Viento. Inferior: Tui Lo Gozoso, Lago.Libro de las Mutaciones)

"El crimen es un componente de la historia, y no su tema principal. Para la víctima, en cambio, el crimen es la historia misma." (Timothy Snyder, Cartas de la Werhmacht)*

El universo es una falsificación, una ilusión, y los seres humanos vivimos nuestras vidas entregados a esa ilusión que se nos impone para que no nos revelemos contra el poder. Esta es una idea recurrente en la obra de Philip K. Dick, es parte de su Idus Kosmos, una idea de la cual la ciencia ficción se ha nutrido durante décadas. Una idea que está emparentada con tradiciones esotéricas, con Platón (y su caverna), con el Tao, desde ya, y aparece en El hombre en el castillo (The Man in the High Castle, 1962), quizá la obra más" prestigiosa" de este genio, devenida en clásico desde su aparición en los 60.
La novela es una "ucronía": es decir, propone un relato en un tiempo que podría haber sido, o que podría llear a ser, si el pasado hubiera sido diferente. Si los Aliados hubieran perdido la Segunda Guerra y Alemania y Japón triunfantes se hubieran repartido el mundo. EEUU dividido entre ambos imperios y con una zona neutral es el escenario donde se desarrolla la trama, que incluye la disputa entre ambos imperios totalitarios, las internas en cada Gobierno entre quienes apuestan a mantener cierto equilibrio (una suerte de Guerra Fría)  y quienes siempre ambicionan más. 
Los nazis han convertido a África en un laboratorio de experimentación tan siniestro que ni siquiera Dick describe, sólo insinúa. Pero no hace falta más, el lector ya conoce hasta dónde fueron capaces de llegar no sólo en los campos de exterminio, sino antes, en los asilos para enfermos mentales; lo que hicieron con cualquier disidente de la norma, incluyendo por supuesto comunistas, judíos, homosexuales...
Cualquiera que pudiera poner en duda la ficción espectacular montada por los grandes arquitectos (en sentido literal, como Speer,  y metafórico, como Leni Riefenstahl) del Reich,  los Durán Barba de entonces: grandes montadores de ficciones y espectáculos.
Y la historia y el destino de los personajes de la obra, (tanto en la ficción como en la realidad, de acuerdo a la biografía de Carrére sobre PKD,Yo estoy vivo y vosotros estáis muertos), avanza de acuerdo a los consejos del Oráculo, el Libro de las Mutaciones, el I Ching, que los japoneses han tomado de los chinos y que los estadounidenses que viven bajo el Imperio de las Islas, han adoptado también.
Es el mundo que habitan lo personajes: Nobusuke Tagomi, funcionario del Ministerio de Comercio japonés en EEUU, encargado de coordinar grandes misiones comerciales y devoto del Oráculo, un hombre que intenta comprender el mal que lo rodea y del cual participa, un alma que sospecha sin atreverse, que algo no está bien en ese supuesto universo, alguien a quien su conciencia le pone límites;  Robert Childan, comerciante de antigüedades, sumiso al poder japonés, ávido de dinero pero de algo más también, eso que supone que existe, eso que es como u n recuerdo olvidado que emerge en las artesanías norteamericanas que le vende a los ejecutivos exitosos de las empresas japonesas y sus bellas esposas....Eso que él alguna vez conoció antes de la derrota...la vida. Es lo que le pasa también a Frank Frink y su ex esposa Juliana. Judío él, llena de una especie de locura, ella, que la impele a viajar, a buscar alguna verdad diferente. La locura de Juliana es el deseo de no conformarse con esa vida infértil y deprimente, es la intuición de que eso no puede ser todo lo que exista, ese mundo sin democracia, donde los ricos gobiernan el mundo a través de sus lacayos militares, donde cualquier trangresión será reprimida,y, sobre todo, invisibilizada....Es algo que afecta también al espía nazi que trata de impedir las consecuencias bélicas de la muerte de quien sucedió a Hitler, Bormann, que podrían implicar que estalle una interna entre los nazis,  que desemboque en una nueva guerra. Sabe que los nazis en apariencia más brutales y sanguinarios harán menos daño  que el sector aparentemente más civilizado, que en verdad es el más destructor, cruel y desaforado: el de los empresarios, para quienes todo es cuestión de costo/beneficio, y que no dudan en ganar dinero mediante la explotación de esclavos en varios continentes.
Un hilo conductor de estas líneas de la trama es, además del I Ching, otro libro en la propia ficción:  La langosta se ha posado, de un escritor misterioso llamado Abendsen. Se trata de un texto semi clandestino, prohibido en los estados nazis pero que circula en los territorios neutrales y se tolera en el japonés, y que, obviamente altera las subjetividades de los lectores. Entre ellos,  de los protagonistas masculinos y de la heroína, Juliana.Bella, descendiente de españoles, algo tocada, es decir, no muy obediente de las normas, luego de separarse de su marido Frank Frinck (Fink, en realidad, judío que ha logrado zafar y vive en la zona japonesa). El libro está despertando alguna clase de conciencia "peligrosa" para los poderes, los lectores parecen mutar al leerlo, hacerse algunas preguntas, entrar en un estado de sospecha. Su autor,  Abendsen, permanece, según el rumor, encerrado en una especie de fortaleza o castillo, rodeado de medidas de seguridad, para evitar ser asesinado por la SD, la policía nazi.
Philp K. Dick, Ilustración de Ariel Tancredi.
Obsesionada con La langosta se ha posado y guiándose por su intuición y por el I Ching, Juliana se propone viajar hasta el búnker de Abendsen. En el trayecto, concoerá a Joe Cinnadella, un atractivo veterano italiano, que peleó para su país, como aliado de Alemania y Japón. Si bien él parece ocultar algo, ella no puede evitar sentirse seducida por él. Mientras tanto, su ex intenta dedicarse a una nueva actividad, quizá más rentable pero también más subversiva que su trabajo en la fábrica de metales: probará diseñar joyas...Algo completamente disruptivo y considero decadente, y transgresor. Es un mundo donde el único arte estadounidense permitido es aquel e la época anterior a la Guerra, es decir, aquel que ya no vive, no tiene potencia, no abre mundos.
Es un mundo opresivo, es un mundo donde es imposible vivir, como diría  Marina Tsvetaieva... 
Hay quien para tomar un poco de oxígeno, para dar una brazada que permita atravesar esa corriente en contra que nos rodea, escribe una novela; hay quien no se resigna a la no vida, a la ficción que han montado para hacernos creer que no hay alternativas, que sólo queda someterse a la derrota y no luchar para vivir con libertad, y estudia una disciplina como el judo y viaja; hay quien se pone a diseñar sus propias piezas de orfebrería, joyas que quizá lleguen a las manos de un funcionario japonés. Un funcionario que aún siente respeto por la dimensión humana de la vida, que sospecha que el poder (yo diría, hoy, del Mercado, con mayúscula) sólo destruye y mata, un hombre que entienda la política como una responsabilidad y que, como parte de uno de esos sofisticados rituales de cortesía de su cultura, puede terminar interviniendo en el encuentro entre dos representantes de sus imperios, camuflados en reuniones ultra secretas, que incluyen atentados, armas y filosofía, política y tratados comerciales en defensa de lo auténtico, de lo que tiene wu, de lo que podríamos hoy llamar industria o cultura nacional, invisibilizada y destruida por la fabricación de productos en serie que los alemanes (en este caso) imponen al mundo mediante la exportación.
  ¿No hay acaso en El hombre en el castillo una invitación a sospechar, como nos pasa a muchos seres humanos , que lo que parece real no es más que la construcción/ficción que nos imponen para someternos, para que creamos que este mundo horrible es lo único que existe, lo único posible? 


Notas:


*Mountier, Marie (Comp.), Cartas de la Werhmacht, Crítica, Paidós, Buenos Aires, 2015. prólogo de Timothy Snyder.


Muy recomendables: la biografía sobre PKD Idus Kosmos, de Pablo Capanna, la mencionada de Carrére y la serie homónima inspirada en esta novela, de Amazon.
 

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