viernes, 1 de abril de 2011

Leyendo a Alice Munro, Secretos a voces

Estoy leyendo cuentos de Alice Munro.
Los leo un poco así, con la misma cadencia que esos textos proponen. En medio del caos de la vida. En un rato en que viajo en el colectivo. Mientras hago la cola en la obra social o espero en el auto a mi hijo.
No los leo como suelo leer otras obras literarias, llena de ansiedad e indiferente a todo lo que me rodea, sino que más bien la voz de Alice y sus personajes se van mezclando con el entorno, con la cara del muchacho que viaja a mi lado conectado a su I Phone, con el paisaje móvil de la Avenida 9 de Julio atestada de autos, con las nucas de los viejos que esperan sentados delante mío.
Así son un poco los personajes de Munro. Gente común, de esa que podemos ver en cualquier pueblo o ciudad, a la que no le pasa nada en apariencia interesante y sin embargo...
Alice dedica su libro, Secretos a voces, "a las amigas fieles." Hago mía la dedicatoria en este post. Las mujeres de sus cuentos son un poco como mis amigas, pueden parecer convencionales a primera vista, pero llegado el momento demuestran que están dispuestas a todo con tal de seguir sus deseos y entusiasmos. Incluso al desprestigio, una dosis no menor de desequilibrio emocional, la pérdida de cierto confort burgués, una generosidad desmesurada.
Las mujeres de Munro, de un modo u otro, siempre parecen dispuestas a escapar de un destino preconfigurado por la familia, el entorno y la sociedad que las rodea. Suelen enamorarse de hombres inconvenientes, pasarla mal, vivir aventuras increíbles sin moverse del pequeño pueblo de Carstairs, en Ontario (Canadá), tener amigas locas de remate y conversar con ellas, perderse por un determinado escritor y a veces hacer el amor con un desconocido que va de paso.
Pueden escribir cartas durante años, encerradas en una Biblioteca de pueblo, como la Louisa del cuento "Entusiasmo", o convertirse en vírgenes albanesas y vivir de la caza y la limosna en una tribu perdida en Albania, como la Lottar de "La virgen albanesa". Pueden cometer espantosos errores y ser frías y egoístas.
Las mujeres de Munro a veces ni siquiera son vistas por los otros, se desloman en casas y cocinas, y trabajos, sin que nadie aprecie sus labores o intuya las pasiones que ocultan debajo de rostros comunes, quizá prematuramente avejentados y ni siquiera demasiado bonitos. En ocasiones son sometidas por maridos poderosos, brutos y desagradables en la intimidad, sin atreverse o sin fuerza para rebelarse. Otras veces, son muchachas que desaparecen sin que nadie sepa más de ellas. Algunas de repente resplandecen, abandonan sus aburridos vestuarios, se maquillan, se ponen tacos y salen a comerse el mundo. Sufren pero también gozan, mantienen un humor que puede ser ácido o naive. Son sabias, aún sin pergaminos ni buenos salarios. A veces se ahogan o se enferman.
Alice Munro hace lo que quiere con el tiempo en sus relatos, va y viene, cambia de voces, no se deja atrapar por las convenciones.
Los personajes de Alice Munro pueden acompañarnos gratamente en los viajes y los tiempos de espera, en medio del vértigo de nuestras vidas de madres, amantes, esposas y laburantes, porque son profundamente humanos, llenos de contradicciones y como dice la autora en una entrevista: "(...) sé que una idea sólo me interesa si tiene alguna complejidad moral, si tiene varias aristas. No es que me guste crear personajes que estén reflexionando sobre problemas morales, pero sí marcar cómo de las decisiones que uno toma, de las rutas que se elige, uno se puede arrepentir tiempo después. Al mismo tiempo pienso que hay momentos en la vida en los que hay que ser egoísta en un grado tal que, luego, de mayor, uno pueda condenarlo. De eso trata ser humano."

Alice Munro es canadiense y nació en 1931.
Secreto a voces, Del Nuevo Extremo, Buenos Aires, 2010, 318 pág.

5 comentarios:

Ruth dijo...

ahora sí amiga recuperé mi identidad!!! cuando empiece a viajar a Capital (pronto) ya sabré que libro llevarme para el Plaza.

Gracias!

Palabrascromáticas (Cintia Rogovsky) dijo...

Quizá las actitudes del Plaza que consideraba antes maltrato al usuario no sean más que una política para favorecer la lectura...

Unknown dijo...

Mi sillón de jubilada junto a la ventana necesita muchas recomendaciones como esta. Tengo a Kawabata otra vez entre manos. El próximo tal vez sea este.

Palabrascromáticas (Cintia Rogovsky) dijo...

Nora querida!!!!!!!! Desde tu "sillón de jubilada" (creo que ya ese es un título para un cuento) sos vos la que tiene que hacernos recomendaciones!!!
¿Qué estás leyendo de Kawabata? Te mando un abrazo

Gabriela Purvis dijo...

Que tentador comentario sobre el libro!!! como lectora maniática que soy, YA lo quiero en mis manos (se consigue ? es mi pregunta obse), porque..tambien necesito de esa lectura que te acompaña mientras vas de lado a lado..espero tenerlo pronto!