Entiendo que no lo entiendan los que siempre tuvieron las necesidades cubiertas, como dice mi amiga C. Aquellos a los que no les faltó nada esencial, ni el trabajo, ni el morfi para sus familias, ni la posibilidad de estudiar, de viajar, de empilchar, de sentirse adentro del sistema.
Entiendo que no lo entienda, obviamente, los sectores privilegiados.
Los que nunca se pusieron a pensar que su casa confortable, que su estudio universitario o no, se lo bancó el pueblo trabajador y desocupado, con su pobreza.
Esos que se preocupan por sí mismos y, a lo sumo, sus familias y amigos cercanos. Esos que no entienden que vivimos en sociedad y en un sistema político.
Los desmemoriados, los egoístas, los indiferentes.
Los que prefieren, con perdón de la expresión, hacerse la paja en interminables análisis pseudopolíticos de rico café con torta o whisky importado pero le tienen fobia a las manifestaciones populares.
Los que creen que tienen lo que tienen porque se lo merecen y se lo ganaron con esfuerzo y son incapaces de usar sus "educados" cerebritos para entender que sino hay justicia social e igualdad de oportunidades ese verso solo se lo puede creer alguien muuuuy joven (y a ese, solamente a ese, se lo disculpo), un necio, un tonto, un ingenuo o un cínico liberal.
Pero no puede entender que no lo entiendan a los que se dicen representantes de los sectores postergados, populares, de izquierda. O a esos que se creen sensibles porque se dedican a la actividad artística y no se reconocen como trabajadores y pretenden eludir que toda estética se corresponde con una ética. Esos que siempre están mirando para otro lado del que mira el pueblo, esos que subestiman a ese mismo pueblo que hoy expresa con contundencia, agradecimiento y sabiduría quién lo representa y cuál es su horizonte.
Los que nunca entenderán que, como decía A. Jauretche en un artículo escrito en 1946, "Por eso es bueno recordar que Napoleón era sarnoso. La moraleja no es que hay que ser sarnoso para estar con el pueblo. Es que hay que estar con el pueblo, aunque tenga sarna y hasta por eso mismo. Que hay sarnas peores. Las del alma."
caprichos de palabras y colores para navegantes... "La palabra humana es como una caldera rota en la que tocamos melodías para que bailen los osos, cuando quisiéramos conmover a las estrellas". (G. Flaubert). Mis libros de narrativa publicados: la novela Último verano en Stalingrado (Grupo Editorial Sur, 2014); Alma rusa (Edulp, 2020, crónicas) y Yegua (Cuero, 2021, cuentos)
Etiquetas
abortos
Alma rusa
Amantes
América Latina
Amigas
Amigos
amigxs
animales
Artistas e imágenes
ASPO
Bibliotecas
Biografías
Cada día tiene su afán
canciones
Cine
Citas
Comunicación
Comunicación/Educación
Concursos
correspondencia con amigos
Crónicas post ballotage
Crónicas del Fin de los días más felices
Cuarentena
Cuentos
Cuerpo
Cultura
danza
De los blogs que me interesan
Del oficio de escribir
Edición
educación
Educativas
El Año que vivimos en peligro
Enfermedad
Ensayo
entrevistas
Eros
Estudios culturales
Exposiciones y espectáculos
feminismo
ficcionarias
FOXP2
fútbol
FX
Genocidio
hijos
Hispania Sefarad Iberoamericanos
Ideológicas
Impresiones
infancias
jardines
Kirchnerismo
La humanidad progresa
La Plata
Lecturas y escritores
Lo que la inundación nos dejó
Madres
Madres-padres-hijos
MemoriaVerdadyJusticia
Microrrelato
Mujeres
Música
Norteamericana
Novela
padres
pandemia
pedagogías
peronismo
Poder
Poesía
Política
Psique
Redes
Religiones
Reseñas
Retratos caprichosos
Sci fi
Serie homenaje a escritores
Series
Sion
Teatro
Televisión
Urbanas
Viajes
violencia
viernes, 29 de octubre de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario