Al principio el grupo se conformó casi de prepo. Las desconfianzas mutuas se exhibían sin sutileza en interminable disputaciones aceca del uso corecto de una palabra en lugar de otra, del cálculo tipográfico para hace un copete, de establecer rangos de prioridades. Nos observábamos en un estado de alerta casi animal, con las estrategias de simulación de los humanos: nuestros olisqueos, entonces, se construían de comentarios breves sobre gustos literarios, anécdotas personales -pero no demasiado personales, de esas que apenas nos desnudan en aquellas partes que no nos asusta exponer-. Nos poníams a prueba.
En ocasiones Nora, experta en el arte de la paciencia, la perdía ante la impetuosa temeridad de D. Otras veces él terminaba cediendo el terreno conquistado a fuerza de sólidas argumentaciones. C intentaba el camino del humor, yo me divertía. Aunque reconozco que más de una vez perdí la calma. En esas pequeñas batallas, las armas eran diccionarios, manuales de estilo, acuerdos tácitos o explícitos que proponían un orden, un pacto diplomático que permitiera seguir adelante con la revista.
Con el tiempo, empecé realmente a disfrutarlo. Cada uno defendía sus posiciones con una apasionamiento que revelaba agudeza mental, un desarrollo del arte de la argumentación propio de aquellos que husmeamos en el mundo de las palabras como si intuyéramos que allí descansa alguna clase de salvación para los humanos.
A veces la palabra final venía, curiosamente, de B., cuyo trabajo no es precisamente la palabra, sino la imagen. Otras, en la siguiente reunión, alguno de nosotros se traía un libro de Agamben recién editado, o un texto antiguo, para aportar evidencias a la causa que defendía. Más adelante, la propia colección que íbamos construyendo nos permitía morigerar las batallas, ceder con más facilidad, aceptar la palabra del otro.
Todos proveníamos de mundos diferentes. Nuestras experiencias, la de N. y mía, nos llevaron a desconfiar de los absolutos, de la Academia, de nuestras propias certezas idiomáticas; es decir, no nos tamábamos a nosotras mismas demasiado en serio (ni a los otros). D. y C., mucho más jóvenes, aceptaban el cánon (supuestamente) tranquilizador de la universidad y su propio conocimiento, como si fuera muy valioso. A mí, generalmente, eso me provocaba ternura (reconozco que otras veces me daban ganas de estampar un cross directo a la mandíbula, pero no soy boxeadora)
Ahora ya ha pasado bastante tiempo y habitando en nuevos mundos, recuerdo como se recuerdan la mayoría de los grupos de trabajo en los que una la pasó (bastante) bien: con nostalgia, algo de humor y exagerando, seguramente, las ventajas.
caprichos de palabras y colores para navegantes... "La palabra humana es como una caldera rota en la que tocamos melodías para que bailen los osos, cuando quisiéramos conmover a las estrellas". (G. Flaubert). Mis libros de narrativa publicados: la novela Último verano en Stalingrado (Grupo Editorial Sur, 2014); Alma rusa (Edulp, 2020, crónicas) y Yegua (Cuero, 2021, cuentos)
Etiquetas
abortos
Alma rusa
Amantes
América Latina
Amigas
Amigos
amigxs
animales
Artistas e imágenes
ASPO
Bibliotecas
Biografías
Cada día tiene su afán
canciones
Cine
Citas
Comunicación
Comunicación/Educación
Concursos
correspondencia con amigos
Crónicas post ballotage
Crónicas del Fin de los días más felices
Cuarentena
Cuentos
Cuerpo
Cultura
danza
De los blogs que me interesan
Del oficio de escribir
Edición
educación
Educativas
El Año que vivimos en peligro
Enfermedad
Ensayo
entrevistas
Eros
Estudios culturales
Exposiciones y espectáculos
feminismo
ficcionarias
FOXP2
fútbol
FX
Genocidio
hijos
Hispania Sefarad Iberoamericanos
Ideológicas
Impresiones
infancias
jardines
Kirchnerismo
La humanidad progresa
La Plata
Lecturas y escritores
Lo que la inundación nos dejó
Madres
Madres-padres-hijos
MemoriaVerdadyJusticia
Microrrelato
Mujeres
Música
Norteamericana
Novela
padres
pandemia
pedagogías
peronismo
Poder
Poesía
Política
Psique
Redes
Religiones
Reseñas
Retratos caprichosos
Sci fi
Serie homenaje a escritores
Series
Sion
Teatro
Televisión
Urbanas
Viajes
violencia
jueves, 25 de octubre de 2007
Grupos de trabajo donde una la pasó bien
Etiquetas:
Impresiones,
Lecturas y escritores
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario