martes, 6 de marzo de 2018

Sola en la camilla

Se acostó en la camilla que olía a desinfectante barato y angustia. Su novio la esperaría afuera al terminar  la changa. La mujer apenas le habló, mamita esto, mamita aquello, quedate quietita y tranquila. Abrí las piernas. Ya te hace efecto el calmante.
El viaje en tren había sido fatal: parada, apretada, con náuseas y ese temblor en las piernas que no había manera de parar. Caminó por las calles que el novio le había marcado en el mapita en el celular, los árboles parecían indiferentes y vivos, la primera cuadra tenía casas lindas, como las de los ricos, ya al doblar la esquina se empezaba a poner más feo y el vientito de la mañana traía ese olor a mierda de las fábricas junto al río.
La puerta era como cualquier puerta y mientras espera que le abran siente que la observan  dos mujeres grandes con bolsas de mandados, paradas en la vereda. Hay miradas que son como fuego quemando la piel, tienen la forma del desprecio y de la condena. Se siente al borde del desmayo.
Ya adentro, ya jugada, siente un calor en el pecho, somnolencia. ¿Y si me muero? ¿Quién va a cuidar a mi chiquita? La dejó con su madre, les dijo que iba al hospital por dolor de panza. A la madre no le puede decir porque va a empezar con que Dios esto y Dios aquello.
La Marta, hermana mayor, le consiguió el lugar y algo de plata. Y le dijo que Dios lo perdonaba todo, porque ella era una buena piba, eso lo dijo. Y ella sintió que las palabras de Marta eran como un abrazo, como una canción de cuna, como una promesa.
Le dijo que el que no tenía perdón era el desgraciado aquel. Y ahí las palabras de Marta eran como espadas afiladas, como cada vez que hablaban del tipo ese.

El novio tiene que traer el resto del dinero.
¿No tenés toda la plata?, la increpó la mujer.
Ella balbuceó lo del novio.
Tiene un llanto atragantado en la garganta que es como si se hubiera tragado un pájaro. Las tripas revueltas.
La Marta le había dado las pastillas esas, pero lo único que le hicieron fue aumentarle los vómitos y la diarrea.
La doña de la casa le preguntó el sábado: ¿no te habrás embarazado de nuevo vos, no? Mirá que yo te reemplazo en un periquete, no quiero problemas.
Ella negó con la cabeza agachada, tragándose la rabia y las náuseas.
Mirá que nos cuidamos, Marta.
Eso de acabar afuera es una estupidez nena, le dijo la Marta.
Pero tomaba las pastillas, protesta ella.
Sabe que alguna veces se olvidó.
Con tantas cosas en la cabeza. La ropita que necesita la nena, que no para de crecer. El novio que sólo consigue changas. Su trabajo con la doña que es tan exigente. El padre que se está muriendo y hay que atender.
Dicen que las ricas se los sacan sin problemas, en una clínica privada que huele a lavanda y mariposas.
Ella no tiene nada, pero la tiene a la Marta. Y al novio, que será un chiquilín como ella, pero es bueno y da unos besos suaves como de amor.
¿Cómo huelen las mariposas, má? Le pregunta la nena.
Ella la peina con dos trenzas que le quedan soñadas. La nena es la luz de sus ojos.
El cuarto huele a desinfectante barato y a humedad, los cables cuelgan del techo, la pintura descascarada dibuja formas aterradoras. El instrumental que ve en la mesita  es aterrador: pinzas o piezas de metal que le van a meter en la concha.
¿Dios la está viendo? ¿La está juzgando?
A la nena la tuvo a los 15. El novio la aceptó de entrada, no insistió con saber quién era el padre. Por eso ella lo quiso. Es bueno. No le pega, no la viola, es cariñoso con la nena.
Pero no llega.
El techo se hunde sobre su cuerpo. Le atan las manos a la camilla.
Le pinchan el brazo. Se escuchan gemidos que llegan desde otro cuarto, las paredes parecen de cartón.
Siente que se va durmiendo.
¿Y si me arrepiento?
¿Y si me muero?
La mujer le abre las piernas más, no la escucha. No sabe si lo dijo en voz alta.
Tu novio está afuera y ya me pagó lo que faltaba mamita. Relajate, cuando te despiertes ya estás livianita de nuevo.
Se ve a sí misma amamantando a un bebé. Los cuatro: la nena, con el pintorcito nuevo del jardín. El novio llegando en una moto nueva de un trabajo bueno. Ella estudiando mientras amamanta. 
Se ve terminando el colegio.
Se ve con un futuro, qué lindo, tener un futuro.
Se va quedando dormida.
Sola.
En la camilla.

No hay comentarios: