domingo, 25 de mayo de 2014

"Ecce homo. Construcción Almafuerte", impresión de una espectadora en vértigo

Uno
"Ecce homo. Construcción Almafuerte", se llama la obra de Nelson Mallach*, estructurada en cuatro partes que llamaré aquí "fragmentos":
1/ trémolo o la búsqueda de Dios-poética-epígrafes-¿Dios?
2/ la mujer o el desamor
La hora trágica
la sublimación
lo amargo
3/ el temor al muerto o la construcción
deconstrucción
reconstrucción
4/ el deterioro o la esperanza.
Como no sé de teatro (acá pueden leer una crítica), comparto acá sólo una impresión en estado vertiginoso:
Ecce Homo, he aquí Pedro Bonifacio Palacios.
Ecce homo, este es Almafuerte.
Ecce homo: estos son los pedazos, las partes del todo, la obra de la obra de la obra, la relectura y la reinterpretación...
Ecce homo, somos modernos. Creemos en los mitos.
Ecce homo, somos modernos, rechazamos los mitos.
Ecce homo: somos platenses,
Ecce homo:¡hagan de él lo que quieran, crucífíquenlo, deifiquen!Háganse cargo, señores espectadores, he aquí el hombre.
Dos: fragmentos que vi y escuché
La escenificación es en el Museo "Almafuerte", avenida 66, ciudad de las diagonales y mucho más. Los materiales, la técnica: recursos de diversos lenguajes que construyen una propuesta estética que nos atrapa desde el principio en ese vértigo de cuerpos que se exigen, corren, se cruzan, se rozan, se desean, se rechazan, se ven, se ignoran;
Se miran de reojo, se intuyen, se sospechan; se miran en lo profundo del alma, se miran sin verse, se comen con la mirada, se cogen con la mirada, se abandonan sin verse...Se hacen mirar, no nos dan tregua, se hacen mirar, se hacen escuchar, se hacen...se construyen.
Vértigo de voces que recitan fragmentos de poemas, como si toda la obra fuera una suma de fragmentos,
como fragmentada aparece detrás de los vidrios de las puerta-ventanas la proyección, corto que narra en fragmentos de tres voces de cuatro escritores (Mallach, Fernández Berro, Tarruela y Almafuerte leído y reescrito por los otros)
Vértigo del texto, más la inquietante música de Eugenio Demarchi...
Somos posmodernos, el arte se construye de fragmentos, como nuestra memoria....

Tres: fragmentos de los pensamientos que se sienten
¿Pero qué totalidad evocan esos fragmentos, texturados de palabras y cuerpos, actuados, vociferados, filmados, musicalizados, leídos, interpretados?
¿Es posible que estas artes del fragmento anuncien el fin de la unidad de sentido de "el arte"?¿Es que la historia que así se nos narra, en fragmentos, debemos completarla nosotros, con ese nerviosismo que nos causa todo el movimiento, la agitación, las palabras? ¿Es posible escribir sin documentar, sin testimoniar, sin aportar las huellas, los fragmentos, las pruebas?
La modernidad se expresa en el aparato del museo (Déotte, 2013). Se mira en el espejo de los fragmentos de los archivos y las biografías, y los espectadores curiosos hurgamos, espiamos, somos voyeres de lo que no escribe el que escribe, de lo que no importa, o sí.
De espiar a esos habitantes de la "raza de los nerviosos", como dice V. Kociancih, perturbados, así estamos. Conmovidos, expectantes:
Yo no sé si el muchacho va a besar a la chica, o si va a besar al otro (¿al Otro?). No sé si va a seducirla, o va a violarla.
No sé si ella juega detrás de su mascarita con los corazones de sus admiradores y los convierte en rivales con la "inocencia" de su histeria o si es la marioneta en el juego del autor, o del Autor, o de los autores de los fragmentos que nos hablan y por los que somos hablados.
Y se me ponen los pelos de punta en la escena en que el cura viste y desviste a la estatua de la virgencita, magistralemente actuada por María Ibarlín y Julio Salerno: la violencia apenas contenida (¿del misógino?), del fanático ateo que sólo puede surgir de un creyente fanático, esa especie de hereje recién nacido, apenas devenido converso, tal vez, un perverso, por qué no...
Que erotiza y se erotiza con la estatua de la Virgen, consigo mismo, con el cuchillo del policía asesino de obreros anarquistas.
Sshhh,  no te metas con los bronces y los mármoles...
No busques las huellas de sus "convicciones/contradicciones", como dice el texto.
No hagas teatro de tanto teatro.
No digas que vimos un trío.
Como el trío de la tía, su novio, Pedro que los sorprende en la cama.
El trío de su madre muerta, su padre abandónico y él,  niño hecho (¿y echado?) a un lado.
Como el trío de Falcón, su fálico puñal de macho-matón-argentino,y  su amigo...¿Almadébil?
O el trío de dos hombres que se aman, y se odian, y detestan a la mujer a la que le escriben sus poesías.
Y a la que desean, quizá porque a través de ella se desean.
Sshhhhhh...
No digas si es el hombre, la vida, la obra, la palabra o el mito.
No digas si era un reaccionario, un resentido, un joven empobrecido que debió renunciar a su vocación y su deseo por la pintura y el dibujo,porque la vida es injusta y en el amor como en el arte la injusticia a veces es eterna. No hables así del escritor que no fue publicado en vida más que una vez.
No digas dónde hallarlo, en que antiguas casas de alto en 3 y 47, uno de los primeros hoteles de La Plata, donde algunos nacimos.
No digas que sos de los tantos platenses que hurgan en los misterios fundacionales de la ciudad masona y positivista,
No digas de las logias ni de lo ya dicho y desmentido e investigado y ocultado, no digas de tus sospechas, no digas que todo es hermenéutica, no digas, no veas, no sientas tanto porque puede hacerte mal la duda...
No digas que hay fiereza en su poesía, y que hay crueldad en la belleza de la palabra, no digas que lo que escribe puede ocultar, poner velos y ser mentira,
no digas 
que la verdad no existe, que apenas sospechamos,
no digas del baile de máscaras y los juegos de seducción de este trío con que el autor escribió la obra, en la que los actores ponen el cuerpo como si fueran: jóvenes y viejos, víctimas y verdugos, y frases de poemas que se lleva el viento, el mismo que agita la parra, las frondosas hojas de las plantas, que sacude en invierno las puertas de vidrio, que trae y lleva el nombre de Pedro, de su tía, de los cuadros que no pudo pintar, de los cuerpos que no pudo dibujar, de los hombres a los que no pudo entregarse y las mujeres a las que fue incapaz de gozar...
O no.


* Dirección, dramaturgia e investigación: Nelson Mallach; actores. María Ibarlín, Francisco Mendieta, Julio Salerno; diseño audiovisual: Sebastián Díaz, ver más



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