domingo, 17 de noviembre de 2013

La soledad de los números primos

Existen entre los números primos algunos aún más especiales. Son aquellos que los matemáticos llaman primos gemelos, pues entre ellos se interpone siempre un número par. Así, números como el 11 y el 13, el 17 y el 19, o el 41 y el 43, permanecen próximos, pero sin llegar a tocarse nunca. 


"El escenario ya estaba listo. Sólo faltaba la acción, un
arranque frío, instantáneo y brutal, como todos los comienzos"
(Paolo Giordano, La soledad de los números primos, p. 218)


Hacía varios meses que no me daba tanta tristeza terminar una novela. Además, últimamente, el trabajo y otras cuestiones me ha atado un poco al ensayo y la lectura de esta novela ha sido como volver a casa después de una larga jornada laboral.

"Casa", es alguien que te cuenta bien una historia, que te la cuenta como nadie más te la ha contado, que despierta tu interés desde las primeras palabras en que abrimos ese delicioso objeto por el que hemos sido seducidos desde el título y el diseño de la portada: La soledad de los números primos (2008).
¿Cómo resistir la tentación de comprar ese libro? 
Llevaba unos años esperándome allí donde se auto-rescató de la inundación, casi intacto, aún bello en su aspecto. Lo abrí hace unos días y ya no pude salir del encantamiento.
Nunca antes había entendido bien el asunto de los números primos. La matemática enseña que estos son números solo divisibles por 1 y por ellos mismos. Paolo Giordano, además, nos hace entender (con un escalofrío en la espina dorsal, como diría Nabokov) que "son números solitarios e incomprensibles para los demás." Alice y Mattia, protagonistas de esta historia, son como los números primos, perseguidos por tragedias que los han marcado en la infancia: un accidente de esquí en el caso de Alice, y su posterior cojera; y la desaparición de su pequeña hermana gemela, en el caso de Mattia. 
La adolescencia, etapa fundacional si las hay, los encuentra en los pasillos del colegio, y conectan esos solitarios mundos que guardan intramuros, fingiendo para el exterior (sus padres, sus compañeros de estudios) ser "normales". Cada uno de ellos reconoce en el otro su propio dolor, sus ojos ven en los ojos del otro lo que nadie más puede ver, como nos pasa con esos grandes amigos- amores de esa edad en la que luchamos por ingresar al mundo adulto,y resistimos, a la vez, la pena por la muerte de la infancia, la inocencia y las primeras elecciones que implican pérdidas. 
La novela los va mostrando en distintos momentos de la vida, mientras crecen, estudian, trabajan, se perciben, se alejan, se añoran, se ignoran, se buscan y se desencuentran. Mientras tratan de saber quienes son y ocultar el tamaño inconmensurable de su culpa, la marca iniciática de lo freak, de la anorexia, la auto-mutilación, el odio a, (o la falta de piedad con), uno mismo. Ese lazo primario de números primos los tiene destinados a esa amistad especial que los une, hasta que Mattia, brillante y genial matemático, tras doctorarse en física, decide aceptar un puesto de trabajo en el lejos de Italia. Tendrán entonces que separarse durante muchos años hasta que una serie de acontecimientos extraños, como ellos, los vuelva a reunir como se encuentran los imanes, los grandes amores postergados e incompletos, las soledades más potentes.
Como nos encontramos a veces nosotros con aquellos con los que no hicimos nuestra vida, pero a veces sospechamos que bien podríamos haberla hecho. Pero no.
En la inmensidad del mundo, entre millones de personas y de historias, a veces volvemos a cruzarnos una y otra vez con alguien, incluso podemos llegar a hablar palabras amorosas, compartir placenteros encuentros sexuales, sospechar el amor, doler por el otro, sin que jamás lleguemos a despejar los obstáculos, el pequeño pero profundo abismo que nos separa. Aún siendo casi (pero nunca) pares. Y es ahí que lo oscuro ya no puede ocultarse o reprimirse, a veces, cuando realmente alguien que es casi una parte propia, alguien que es tan íntimo como solo pueden serlo muy pocas personas de otras en toda una vida, finalmente mira al otro en la capa más profunda del corazón. Nos desnuda con ese reflejo luminoso de una mira que ya no (nos) sospecha sino que sabe.
Lo subterráneo, como la verdad, aflora. Pero ¿dos números primos podrán encontrar la forma de estar juntos?
Escrita por un joven de 26 años, publicada en 2008, La soledad de los números primos es habitación húmeda pero cautivante de la literatura contemporánea, un paseíto por el infierno del alma de los seres inteligentes y sensibles que no logran hallar la posibilidad de vivir un gran amor, como si las heridas de la infancia clausuran la felicidad del futuro, y la potencia de la vida se marchitara prematuramente. 
Porque al final de cuentas, las consecuencias de nuestros actos, las pequeñas decisiones que tomamos en nuestra infancia y adolescencia, muchas veces presionados por nuestros padres o por las fantasías que de ellos nos hacemos, y sin pensar, en un segundo, pueden modificar nuestro futuro, y el de nuestros seres queridos, para siempre.


La soledad de los números primos, es la  primera novela del licenciado en Física Teórica Paolo Giordano y ha recibido varios premios. 

1 comentario:

paz salessi dijo...

Interesante análisis o manera de contar la angustia del ser humano transitanola adolescencia y la complejidad de la vida.LA idea del nùmero primo como indivisible ùnicamente por sì mismo me remite al destierro del amor y sueño romàntico de amor al otro o de encontar la felicidad exclusivamente en el otro/ otre/ otra.
gracias Cintia por invitarme a esa lectura que parece tan apasionante!!!