viernes, 4 de abril de 2008

Nunca hagas visitas desarmada

Antes de ir a hacer una visita, a veces hay que ponerse una armadura y afilar una espada. Recuerdo las palabras de Carlson Mc Cullers: "nadie quiere entrar a una casa en la que saben que van a herirlo" y me reprocho haber ido desarmada, laxa. Si hubiera tenido presente esa advertencia que la novela me regaló un par de noches antes, la conversación habría discurrido por otros caminos y nunca me habrían lastimado como lo hicieron. Señalando con el dedo e interrogando con insistencia, removiendo la herida sin registro de que allí estoy yo, que no soy yo, esa que ven, no se cómo ven, pero parecen ver, sino mi fantasma. "¿Nunca te dieron oxitocina, gorda?¡Cómo duele, es terrible!" Nadie ha sufrido tanto como ella, expresan sus palabras, muchas mujeres que han parido, _no todas, afortunadamente_ eligen esa posición para el relato. Ella insiste e insiste, sin maldad ni provocación, es sólo una afirmación de su identidad de madre sufriente, lo sé. Pero el silencio de madre y hermana sí que duele. Porque no es un silencio absoluto o pleno, no es generoso ni reflexivo, es un silencio ausente o más bien complaciente, que consiente sus palabras, las aprubea, habilita los puñales que me lanza por encima de la gran mesa donde se ha reunido la familia. No me ven. Hablan como si yo no fuera, no estuviera o no guardara memoria. Hermana habla también. Insisten en la fórmula. "Con el segundo todo es distinto" y esa frase quiere decir: todo más difícil, todo más sufrido. Sufren y sufren y corren y corren, como nadie más."Todos los que estaban ahí coincidieron, fue el parto más difícil de la historia, porque la gorda tenía doble circular de cordón". Todos asienten. Madre y hermana ignoran, no recuerdan o nunca supieron de mí. Mi cuerpo habla por medio de mi boca: "mi hijo también tenía circular doble, pero yo ni me enteré". Mis palabras se pierden en el vacío que no es vacío, es densidad. No fui la mujer que más sufrió. Yo no sufrí casi nada. Yo fui feliz, inmensamente feliz: era plena, era toda, era en ese momento. Pero eso fue hace mucho tiempo. Ahora es distinto ¿no se dan cuenta?
Mi estómago se retuerce. Insisten e insisten. "Con el segundo..."; "Con las contracciones que te provoca la oxitocina ves las estrellas....". Sí que las vi, quisiera decir. O más bien quisiera que madre o hermana lo supieran, vieran mi fantasma, me aliviaran cambiando de tema. Una caricia hecha de un comentario intrascendente, que ponga las cosas en otro lugar. Hace seis meses apenas, ¿recuerdan? Una hora, dos horas, tres horas, cuatro. Contracción uno y ahí se van la mitad de tus sueños. Llanto que no alumbra y no alumbrará, un insoportable dolor físico, eso es el dolor, un dolor que no tiene ni tendrá compensación, y lo sabe. Ellas hablan de otra cosa, de un umbral, de atravesar una puerta, de otro dolor que tiene un pronto final, un dolor que se diluye rápidamente y se vuelve puro goce como casi nada en este mundo.
Sí que sé. Ustedes son las que no saben, qusiera decirles. Si supieran cambiarían de tema. Si me vieran tal cual soy dejarían de hurgar, abandonarían esta morbo femenina, se avergonzarían quizá. Hay que experiencias intransferibles, me digo para mí, no es su culpa. Voy más lejos: todas las experiencias son intransferibles. No pueden ser tan crueles. Es sólo que son ciegas.
Hunde la aguja en el tejido, yo hago lo propio, aunque tendría que hundirla en madre, quizá el pinchazo la pondría sobre alerta, entonces sentiría el agudo dolor y me vería. Diría:¿pero qué hacés? ¿Estás loca? ¿Qué te pasa? Todas me mirarían. Yo no daría explicaciones, pero me verían. Hay explicaciones innecesarias. Tener que darlas puede ser agotador, intento escapar al mal gusto del melodrama que hemos tejido, intento cambiar de tema. El aire pesa toneladas y aun así continúan. Luego narran toda otra clase de sufrimientos. Se quejan de llenas. Yo esbozo alguna queja para que parezca que entiendo, aunque en verdad ya no entiendo nada. Sus vidas son atareadas, tienen muchas responsabilidades. Mi vida en cambio, sugieren, es liviana como la de una mosca. A las moscas nadie las ve, las aparta con enojo y nadie se preocupa por ellas. "Vos no sabés lo que es vivir tan lejos, no tenés idea."
Al fin cambia de tema pero todo lo que no he dicho cuando tenía que decirlo, (algo así como cállense manga de hijas de puta no se dan cuenta que hace seis meses me banqué doce horas de contracciones con oxitocina, yeguas, porque me hicieron un aborto, ciegas, ¿no lo recuerdan, estúpidas egoístas? ¿Cómo pueden hablar y hablar de ese dolor ahora, conmigo, tontas, no ven que me han raspado y herido y tocado y me han dejado 15 días perdiendo sangre y con contracciones viendo cómo cada día salía de mi cuerpo un pedazo de ese que éramos y no éramos mi amor y yo?¿Cómo pueden hablar así del segundo hijo? ¿No tiene nada que ver con ustedes, madre y hermana? ¿Nunca tiene que ver con ustedes?¡Seis meses! ¿Es mucho? ¿Es poco?¿Quién de ustedes va a decidirlo?). En cambio me pongo rabiosa, peleo por cosas que no me interesan. Echo espuma por la boca opinando de autos y colectivos que me tienen sin cuidado.
Llego a casa y me desmorono. Esta soy yo. Sueño pesadillas cíclicas en las que me despierto una y otra vez, veo mis piernas cubiertas de sangre, siento contracciones que me hacen ver las estrellas, ¿será la oxitocina, gorda?
La próxima vez que vaya voy a llevar la armadura y la espada. Van a tener que verme. Y al fin me duermo.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

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Cecilia Ferreiroa dijo...

Es bueno que tanta crueldad y egoísmo motive una escritura, pero sería bueno también que Madre y Hermana se enteren un poco de algo. Está bien mostrada la impotenia en el texto, pero por eso mismo desespera. Con los egoístas no es una buena decisión el silencio: los deja muy cómodos. A Madre le diría unas cuántas cosas, a Hermana la sacudiría un poco y la obligaría a ver más allá de su mundo en donde sólo caben ella y sus problemas. Me dan ganas de entrar en la escena y hacerlo: ¡hay tanto para decirles!

Palabrascromáticas (Cintia Rogovsky) dijo...

Para tu tranquilidad, con Madre hablé bastante. Y me compré un libro de F. Dolto que me vino de perillas. También, creo, este texto cumplió una función catártica esencial. El dique se abrió de mala manera, pero vino bien. Muy bien.Igual no olvido que un texto es un texto y que la elección de nombrar a Madre y Hermana no es sólo hablar de ciertas particularidades biográficas, sino también esquemáticas, por llamarlo de algún modo.(es decir, no son "ellas" ni soy "yo" exacatamente, algo así, por aquello de la selección y la interpretación, etc, que tan bien argumentás en tus últimos post)
Gracias, mil gracias.

Cecilia Ferreiroa dijo...

Sí, sí, sí. Desde ya que mi respuesta siempre fue bajo la luz dada por este texto.
El texto construye cierta posición de impotencia, de alguien que soporta los golpes sin decir nada. Dan ganas de que el mismo texto les conteste, les devuelva algo.

Palabrascromáticas (Cintia Rogovsky) dijo...

Cierto. Ya llegará ese otro texto.