domingo, 6 de octubre de 2019

Ahora y Carlson McCullers

Carlson McCullers, fuente
Ahora que ya olvidó por qué había llegado a odiarlo, y realmente no se le ocurre otra razón mejor que el maldito veneno del fall in love, tampoco sus defectos le parecen tan graves ni todas las palabras que se dijeron entre sí, o que escuchó sobre él.
Tenía una reputación tan mala que ella, tal vez por cobardía, tal vez por intuición, solo podía intentar quererlo desde cierta clandestinidad.
Ahora que todo eso quedó lejos, ahora que tantos otros vasos y algunos otros besos, un algoritmo le pone frente a los ojos como si fuera la carta robada de Poe la evidencia de lo que sí estaba bien y era real. El encanto de esas conversaciones.
Y piensa que es una pena haberse dicho cosas tan feas. Y haberlas pensado.
Porque sería lindo sentarse al sol y escuchar canciones tristes de esclavos, soñar revoluciones y hablar de Truman Capote, Carlson Mc Cullers, caníbales ribereños y gauchos cuchilleros mientras llega la noche.

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