martes, 31 de marzo de 2015

El amor que se abre al infinito

(cosas que apunto para charlar con D.)


"Cabría preguntarse- dice Ivonne Bordelois en un libro que tiene sus años, Etimología de las pasiones (Libros del zorzal, Buenos Aires, 2006)- por qué nosotros, los modernos, carecemos de verbos que señalen este amor de ternura y miramientos ¨[el amor de padres a hijos]. La distinción entre el amor pasional, erao, el amor amistad, phileo, y el amor familiar, stergo, nos es desconocida lexicalmente, es decir, no tenemos diferentes vocablos para señalarla.
Y luego habla de cómo los griegos hicieron estas distinciones, tal vez porque eran la tierra y la cultura de Edipo y su tragedia...
Nosotros, usamos amor para designar todas esas pasiones, cuya raíz, am, "designa vorazmente" -según Bordelois- al seno materno. 
Así que el amor de madre es el origen de todos los amores en nuestra lengua.
De ahí se derivan para esta autora algunas cuestiones, como la insastisfacción permanente a la que nos condena un amor que tiene ese origen (ese primer deso por la madre). Y sigue reflexionando, recordando a Sabina Spíelrein y a Freud. 
Me viene a la memoria un libro que leí de joven, Los cuatro amores, de C.S. Lewis.
Pienso que es cierto que no tenemos verbos para transmitir las nociones como sentir afecto o cariño o amistad. 
Yo podría decirles  a mis amigas: 

yo te afecto, 
tu me cariñas, 
ella me amistea

Pero le decimos te amo a nuestros  hijos, a nuestros padres, a nuestros amantes, a nuestras amigas...Y así se arman algunos embrollos...
"en nuestros amantes seguimos buscando a nuestros padres, así como en nuestros hijos a nuestros amantes. Pero eso no impide que muchos de nosotros pensemos, sin embargo, como Rilke, que el amor es en el niño un aprendizaje que luego se abre al infinito." (Bordelois, 2006: 106).

Me pregunto si no habrá una relación entre este léxico amoroso del cual disponemos los que hablamos lenguas derivadas del latín, romances, como el español, o francés, ese paradigma edípíco trágico que configura nuestros vínculos,  y nuestra particular relación con el psicoanálisis.

El amor de madre, dice Siri Husdvedt por ahí, es el origen de todos  nosotros y su poder es abrumador." 


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