Tuve una época muy pero muy Henry James (amor, fidelidad, exaltación, Literatura), y The Wings of the Dove -en versión castellana de bolsillo descuadernada y destruida por la inundación-, se coló incluso en una novela que escribí allá por los 90 y que, por suerte para los lectores, desestimé.
Así que cualquier referencia a esa extraordinaria obra del Gran Maestro de la Ambigüedad y del Decirlo Todo Sin Decirlo pero Insinuarlo Hasta que no Puedas Escapar a la Casi Certeza de Tu Sospecha (perdón gente sabia y críticos literarios este exabrupto hijo del hedonismo lector) para mí es como cuando en un país extraño, en un aeropuerto internacional, en una fiesta de gente rica que nos hace sentir #fueradelugar y #extranjeros, alguien pronuncia una palabra en nuestra jerga, en nuestro "léxico familiar".
("Abracadabra"; "Depón tu cólera, Aquiles"; Shalom", Serendipíty, Alea Iacta est, Como ser Horace, "¡No seáis palurdos!").
Por eso, entre todas las cosas que cada página leída me revela, en Fresán encuentro siempre a un escritor hecho para mí alma lectora. (Sí, de esos que uno cree que escriben para uno, que nos conocen, que hablan en nuestro idioma secreto, ese incluso que nosotros mismos ocultamos a los demás por fuera del mundo íntimo literario del encuentro autor-lector).
Y cuando en la página 134 de La parte inventada (2014) leo la referencia a Kate Croy (una de las dos protagonistas femeninas de Las alas de la paloma) estallo en aplausos, emocionado llanto, me pongo de rodillas y como en estado de oración, pronuncio: "O pensar en Kate Croy en The Wings of the Dove como en alguien que tal vez no sea mala si no, apenas, alguien que se porta mal. Y, ah, la súbita complicación de comprender (de comprender leyendo) que ser mala y portarse mal, en muchas ocasiones, produce el mismo efecto en los demás. Y si te portas mal más de dos o tres veces seguidas ya eres mala y punto."
Y ay, Dios mío, tan Fresán a la vez.
Tan literatura, pura, dura, blanda, suficiente.
Maravilla.
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2 comentarios:
Profesora Cintia. Debo confesar que luego leer su reseña, bastante particular (porque ahí, en lo particular, lo extraordinario), me fui directo al libro que da origen a su posteo. Mis saludos, felicitaciones, leyéndola, siempre... desde algún lugar de Venezuela. Mercis
Mercis, muchas, pero muchísimas y sinceras gracias por tu comentario. ¡Viva Venezuela! ¡Y viva la literatura!
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