Parece que le gustó quedarse ahí, limitado.
El error mío de otros años fue confundir la capacidad de seducción de su perfume con una vocación de libertad para crecer y extender su raíces. Ahí, aprisionado, no ha cesado de crecer, de vivir. Mientras que otros jazmines morían al trasladarlos a tierra.
Esto no justifica la acción destructora de la hormiga argentina - que sabido es, gracias a la literatura más que a la ciencia, es de un poder arrasador-, y otras plagas, ni omite la verdad acerca de ataques infligidos por la perra.
Desde ya.

Incluso la gardenia jasminoide resistió al fuego y a algunas podas excesivas, casi mortales.

Y otra vez a desearlo, a mimarlo, a esperarlo, a cuidarlo, a soñarlo y a perderlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario