caprichos de palabras y colores para navegantes... "La palabra humana es como una caldera rota en la que tocamos melodías para que bailen los osos, cuando quisiéramos conmover a las estrellas". (G. Flaubert). Mis libros de narrativa publicados: la novela Último verano en Stalingrado (Grupo Editorial Sur, 2014); Alma rusa (Edulp, 2020, crónicas) y Yegua (Cuero, 2021, cuentos)
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lunes, 1 de junio de 2009
Qué ver en la TV 1
Cuando el domingo no se apiada de nosotras (aunque la impiedad puede ocurrir de lunes a viernes, el domingo se intensifica), hace mucho frío, nos sentimos muy solas o quizá, tan sólo, necesitamos huir por un rato del laberinto de nuestras mentes y dilemas existenciales, o materiales, no hace falta de ninguna droga para evadirnos.
Es suficiente con alguno de esos programas que pasan en People and arts o en canales por el estilo, como "Niñeras SOS".
Entonces, por más lecturas de Dolto o Dickens que tengamos encima, por más horas de diván o cafés con amigas, esos reality nos devolverán algo de confianza y autoestima.
Frente a esas familias yanquis espantosamente disfuncionales, en las que podemos envidiar las casas y las posesiones (autos, juguetes, jardines, cocinas), la nuestra parece un remanso de armonía y paz y todos nuestros errores, que a veces nos pesan como "la piedra al cuello en el mar al que se hunde" (cito de memoria un poema de Borges que creo se llama "Ausencia"), se diluyen.
Una horda de infantes descontrolados en manos de padres y madres que no tienen idea de qué hacer con ellos, aconsejados por unas niñeras inglesas disfrazadas de Mary Poppins (pero sin deshollinadores a la vista).
En tres o cuatro bloques, el programa nos presenta el problema (ilustrado con gritos, llantos e incluso golpes, en general propinados por los pequeños a los adultos), la niñera establece una serie de reglas y luego, tras luchar contra la resistencia materna o paterna (o bien, contra ambas) la familia se encamina y se adapata hacia la felicidad del burgués satisfecho.
Una versión más heavy la aporta "La domadora", que se ocupa de adolescentes fuera de sí (con los consabidos ingredientes de sexo, droga y rock and roll) y la más perversa en versión disimulada, "Cambiemos esposas".
Un combo ideal para tardes de aburrimiento y necesidad de evadirse.
No dejo de preguntarme qué encarna en el imaginario del espectador el increíble disfraz de estas niñeras, completamente fuera de todo parámetro de época.
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