#8M
Recorro muros y todxs en alguna medida estamos opinando sobre lo que ocurrirá mañana, qué haremos, qué no haremos, qué es lo correcto, cuál es el deber ser y el no deber ser del feminismo.
Hay posiciones más dogmáticas, hay algunas que son deudoras de larguísimos años de militancia en los movimientos de mujeres, de debates, de síntesis "superadoras" de contradicciones de antes y de ahora.
Hay posiciones desde el humor, las hay de protesta ante tanta corrección política, feminismos de ceño fruncido (muchas veces con justas razones) y otros de voces jóvenes y disruptivas.
A mí me parece positivo este quilombo, me encanta que discutamos, me encanta que no haya UN DEBER SER, me encanta que las feministas de más de 70 nos aleccionen con el dedito acusador de tanto en tanto, porque creo que se lo han ganado un poco (¡había que ser feminista hace unas décadas !) y también me gusta que las más pibas nos corran con el carnet del feminismo revolucionario a las que llevamos varias décadas tratando de darle forma al feminismo mientras criamos a nuestros hijos, laburamos y militamos en espacios dominados por la matriz patriarcal que también atraviesa nuestras prácticas y vida emocional. Las grandes, las pibas igual: como si lo hubieran inventado ellas hace unas décadas o hace 10 minutos.
Y lo estamos amasando entre todas.
Lo generacional es transversal a nuestra lucha también.
Me encanta que mis amigos, conocidos, parientes, ex, hijo, compañeros de laburo, hombres (hetero, gay, bi) se hagan preguntas sobre mañana, como nos las hacemos nosotras en nuestros espacios de encuentro y debate: laburos, sindicatos, familias, grupos de amigas, partidos políticos, universidades , escuelas, fábricas, organizaciones, igual que nosotras.
Me gusta la estética diversa del feminismo y la politización, me gusta que ganemos el espacio público, porque lo hemos conquistado.
No dudo que hay discursos oportunistas, frívolos, "comerciales": el mercado siempre se apropia de lo que nace radicalizado e intenta hacerlo mercancía, el poder siempre se roba las palabras con las que nacen los gritos de rebelión.
Ya irán cayendo máscaras, ya iremos haciéndolo mejor cada día.
Ya habrá más música y menos policía en las calles.
Como además tengo en mi caso una perspectiva peronista y latinoamericanista, asumo que el conflicto es constitutivo de la política, entonces, también lo es del feminismo y del machismo . Me gusta que se armen colectivas de mujeres escritoras y editoras y hablemos de que amamos a Mary Shelley y a Niní Marshall, sin miedo, con alegría, con rabia y sin tantos cánones, porque no estamos para medirnos la poronga a ver quién escribe mejor, quién sabe más, quién lo dice más lindo, sino con alegría de salir juntas y diversas a jugar el juego que sabemos jugar, con nuestras reglas, con las que podamos romper y con las que podamos inventar, sin un mapa predeterminado pero con algunos objetivos claros.
Incluso me gusta que algunas se quejen y estén cansadas de las comisarias políticas (¿quién no se cansa de eso alguna vez?); me gusta la honestidad de ciertos planteos masculinos, de esos compañerx que son solidarios y quieren entender de qué la va la cosa y a la vez expresan sus contradicciones y prejuicios, como hacemos nosotras también.
Y también esos que hacen bromas y dicen incorrecciones pero tienen prácticas igualitarias con sus compañeras en la crianza de lxs hijxs, lxs laburos, la vida política y social. Me hacen reír, me hacen pensar, a veces me hacen enojar, pero siempre los prefiero a los que engañan con discursos pro igualdad y se portan como machos opresores en la diaria.
Me gusta que hablemos del aborto, porque nos tuvimos que callar años y porque abortamos en la clandestinidad, en la soledad, en el miedo, en el dolor, en la muerte.
Me gusta que nos pensemos como movimiento no exento de la cuestión de clase que nos atraviesa, y que no olvidemos un solo instante que nuestras hermanas más pobres y más explotadas son quienes más nos necesitan para dar estas batallas.
Me gusta que hablemos de nuestros cuerpos, del clítoris, de la vagina, de las tetas, de la menarca, la menstruación, de la menopausia, de los cánceres de mama, de útero, de ovarios, que tantas padecemos, entre otras cosas, porque no se habla, porque no se invierte, porque no se hace prevención, porque son problemas "de mujeres".
Me gusta que empecemos a enunciar y denunciar los abusos, las violaciones, que asumamos que hemos sido víctimas y callamos muchas veces.
Me gusta que pensemos en pedagogías igualitarias y emancipadoras para nuestrxs hijxs y estudiantes.
Me gusta que hablemos de salarios, de jubilaciones, de ajuste.
Que exijamos justicia para todas las pibas y las travestis que son secuestradas, asesinadas, golpeadas, torturadas.
Que gritemos #NiUNaMenos #VivasYConTrabajoNosQueremos.
Vivas además, es viviendo la vida a pleno, con derechos sociales, educativos, de salud, laborales, previsionales, con libertad de expresión y de información, con democratización del goce, con poder vivir nuestra sexualidad del modo en que nos haga felices sin tener que rendir cuentas a nadie.
Creo que estamos logrando que no haya una sola manera de expresar que estamos a favor de la igualdad y la justicia social. Que no hay feminismo sin igualdad, y no hay igualdad en el neoliberalismo.
Creo que estamos protagonizando algo realmente groso. No soy ingenua, soy consciente de que se avanza un poco y se retrocede, como la marea. Pero aún así, mañana marcho con una esperanza renovada, en un gran abrazo de sororidad y evocando a todas mis queridas amigas, familiares y maestras en el feminismo que ya no están.
Fuente: https://www.facebook.com/FinaScheiner/posts/10215455017027520
caprichos de palabras y colores para navegantes... "La palabra humana es como una caldera rota en la que tocamos melodías para que bailen los osos, cuando quisiéramos conmover a las estrellas". (G. Flaubert). Mis libros de narrativa publicados: la novela Último verano en Stalingrado (Grupo Editorial Sur, 2014); Alma rusa (Edulp, 2020, crónicas) y Yegua (Cuero, 2021, cuentos)
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jueves, 8 de marzo de 2018
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