sábado, 6 de abril de 2024

La batalla descafeinada de los influencers o de cómo navegar en un mar de mierda

  1. Voy a un lavadero de autos de mi barrio , un barrio clase media cayendo en picada, fuera del casco urbano platense. Atienden unos cinco pibes de unos 17 a 20 años, laburantes. Le digo al que parece el encargado, con insistencia: por favor no me mojen la alfombra del baúl, sólo pasarle la aspiradora, la última vez me la empaparon. Perfecto. Por favor te lo pido, le aclaro, después me quedo un olor…y hago un gesto y el pibe se ríe, buena onda. Sí señora, vaya tranquila. Arreglo horario para retirar el auto y me voy.

Regreso una hora después de lo acordado, porque ya conozco su flexibilidad con el reloj. Todo es relativo en tiempos libertarios, si Conan dice que una hora dura 300 minutos, ya sabemos, cualquier objeción a esa verdad es adoctrinamiento de quienes no la vemos.  Si aprendimos algo rápidamente es que la única libertad que permite  La Esclavitud Avanza es la del despliegue de las Fuerzas del Averno (narco negocios, caos, crueldades, saqueos). Llego: el auto no está listo, la alfombra…¡¡¡chorrea!!!! Le pregunto al mismo pibe porque la lavaron. Con respeto, me dice: se les pasó un poquito. No un poquito, está empapada, está empapada. 

Los elementos básicos del pensamiento racional (observación y constatación de hechos, deducción), quedan fuera de la escena cotidiana, parece cuestión de opinión, y hay opiniones que valen más que otras (siempre las hubo), ¿pero cómo se legitiman hoy? El prestigio, (de clase, de ocupación de lugares consagrados como la academia, el mundo de la cultura, el espectáculo artístico, el periodismo, las ciencias, la política, las iglesias,  etc.) ha dado un viraje, tanto si leímos o no a  Bourdieu, vemos que los campos tradicionales han cambiado. Lo que legitima es tener seguidores. Son tiempos de panelistas presidentes. Ya lo vimos  anticipado en varios productos artísticos de ciencia ficción


En lugar de enojarme, me quedo pensando en ese gran problema pedagógico del que hablamos con muchxs colegas docentes, sobre el cual ya hay bastante literatura, el problema de la dispersión, de la dificultad para concentrarse, mantener la atención, retener consignas. No es un problema de lxs pibxs, es generalizado. La pandemia, la multipantalla, la hipercomunicación permanente, lo profundizó. Mientras escribo esto yo misma, estoy cocinando, editando cosas de trabajo, escuchando radio y manteniendo varias conversaciones por whatsapp, ¿ustedes?

No les pasa sólo a lxs pibxs, pero hay ya varias generaciones que se están educando EXCLUSIVAMENTE así. exclusivamente conlleva la palabra exclusión. No es inocente. Entonces, me pregunto, ¿cómo entra la cuestión política en esa subjetividad, la relación entre lo cotidiano, tu vida, un laburo de mierda precarizado donde te super explotan y  tu voto? 

Fragmentados, andamos en esta tristeza de derrota, unos movilizando acá, otrxs allá, firmando solicitadas, tratando de reagruparnos. Pero, cómo preguntaba un señor ruso a principios del siglo XX

que no nombraremos para no ofender a los fanáticos que nos vigilan y castigan, ¿QUÉ HACER? Ese señor era un capo total, pero hasta ese se equivocó en cuanto a la lectura del momento oportuno y, ya sabemos, la revolución lo agarró en el exilio, pero esa es otra historia (la cuenta muy muy lindo S. Zweig, por si les interesa, en un Libro que se llama Momentos estelares de la humanidad). Por eso me llama mucho la atención que algunxs que no le llegan ni al zócalo del tobillo a ese señor (en capacidad de conducir, en compromiso revolucionario, en poner el cuerpo, que incluye su enorme trabajo intelectual pedagógico y político, y etc) la tengan tan requete clara siempre.

¿Qué tendría que hacer la escuela, y que efectivamente PUEDE hacer, además de intentar defenderse ante un ataque sin precedentes al corazón mismo de su razón de ser? ¿Estamos, nosotrxs mismxs, docentes, atentxs a los comportamientos de lxs pibxs, a los síntomas que ahí se expresan, en esas pequeñas gestualidades, o estamos también “en una”, dispersxs, angustiadxs, hipercansadxs, desorganizadxs?


2.  Los pobres están condenados a Internet . 

Según Kobek, "los pobres están condenados a Internet, un recurso maravilloso para ver televisión de mierda y experimentar angustia por los salarios de otras personas" [dice Geert Lovink, un holandés que estudia el tema redes como máquina del capitalismo para producir individuos y comunidades tristes], y allí ir perdiendo el sentido y la potencia vital individual, política, comunitaria, grupal, mientras nos hundimos (nos hunden) en un mar de mierda y de odio.

Entonces, pasamos de militar concienzudamente (sea lo que sea que quiera decir, ustedes me entienden probablemente), de desear conquistar lugares de poder, para PODER (cambiar el mundo, no entregarnos resignadamente a su alto grado de desigualdad e injusticia), incluso con todos los juegos cortesanos que implican los dispositivos de poder (nobleza, lealtad, esfuerzo colectivo y también su lado oscuro: monjes negros, favoritxs, oportunistas, arribistas, figuretis, chismosos lleva y trae salidos de una comedia y a veces también de una tragedia shakespeariana con pinceladas de Marechal) a tratar de ser todo INFLUENCERS.

Porque los influencers se destacan, ganan plata (monetizan), ganan elecciones, ocupan los espacios de poder, se hacen las tetas (o caras o culos, o dientes o  lo que sea que haya que hacerse para sentirse menos tristes, solos e infelices), cogen más (o no sé, porque parece que esa práctica no está muy de moda en ese sector)😆😀 influyen, en definitiva, en la cosa pública, en la polis, en la política, aunque esta parezca reducirse al mundo especulativo financiero.

Entonces todxs entramos voluntariamente a la Máquina de producir tristeza y desigualdad, mientras subimos fotos sonrientes a las redes, mostrando qué importantes, felices, exitosxs, o bellxs somos.

3. Los influencers no hacen obras de ficción👀

porque su territorio es el de las redes, esa realidad no sólo les alcanza, sino que es su medio vital. ¿Qué hacen? No sé muy bien, más que todo, marketing, venden, o asumen que todo es mercantilizable (el sexo, la política, el arte, las luchas, las rebeldías) y que no hay otra posibilidad más que moverse y sobrevivir, DESTACARSE para eso, en el océano del capitalismo digital financiero, voraz y veloz.💩💩💩💩💩💩💩

La ficción va perdiendo espacio en esos mundos, porque la ficción permite imaginar otras posibilidades, incluso permite que la tecnología esté mandata por la política, el arte hace obra, la literatura crea mundos, y allí se puede batallar, se puede seguir soñando con triunfos populares y no con derrotas resignadas.

No sé qué lugar ocupa la narrativa memes en la economía capitalista actual, ni si es un género de ficción. No sé casi nada.  Si hay que apagar las pantallas, si hay que dinamitar Silicon Valley, si hay que hacer como el personaje de Fuga de Nueva York  (¿se acuerdan?) y apagar todo, o estamos más bien en una de El eternauta.

Lo que sé es que no podemos mirar al costado y dejar que lo único que podamos proponer como horizonte sea el de hacerse/nos influencers. 


miércoles, 21 de febrero de 2024

Herencias, demencias, legados

 Mi padre había muerto en otro siglo.

Mi madre en este.
Las cartas atraviesan las fronteras del tiempo, a veces llegan como sueño, pero a veces como demostración.
Cuando lo material expresa determinadas formas y modos, el entendimiento tiene una oportunidad.
Vuelvo a leer. No voy a decir: es un milagro que esa carta emergiera entre los restos del naufragio de aquella inundación donde perdimos casi todo.
Estaba a una altura muy elevada, tal vez también como metáfora, pero sobre todo, por encima del metro ochenta que arrasó todo.
El tiempo ocurre como ficción. Hablo de 2013, de 1985, de 2024.
Mí padre murió en el siglo pasado.
Mí madre lo sobrevivió casi 30 años.
Sin embargo ahí, en esos párrafos, estaba escrito el futuro.
Publicarlo sería un acto de justicia.
De reparación.
Ya veremos...
Esa es también la diferencia entre una ética y una moral.
Pueden quitarte tu herencia, tu patri (padre) monio.La demencia malvada y perversa hace eso. Narciso en el espejo, se cree la medida del bien y del mal, es un pobre animal rastrero.
Prefiero siempre el Autómata Espiritual del amigo de Ámsterdam.
Los vemos, lo vemos: cómo gobierna insaciable, sin ley, frustrado y rencoroso, el Paladín de la Envidia Moralista.
Pueden quitarte muchas cosas.
No pueden quitarte el legado que hace de la Ley del Padre un orden donde No Todo, Donde No Cualquier Cosa, Donde no A Costa de la Destrucción del Otro, no del otro, ni de los retoños del otro que son atributos de futuro, de lo que no conocemos y apenas sospechamos, como diría el poeta.
Donde se cuida la inocencia y se la protege.
Donde la debilidad no es excusa para los Insaciables desesperados de un Hambre sin Fin ni Destino, protagonistas de la Historia natural de la Destrucción.
Pueden enfermarte y matarte, pero nunca podrán sacarme mí amor.