sábado, 12 de octubre de 2019

Como una ducha

¿Viste cuando estás por ir a bañarte pero dudás porque el cansancio se va imponiendo de a poco? Dudás sabiendo que la ducha te hará bien, sacarse todo el rollo del día y la porquería, el renacimiento que ofrece el agua cada día...
Y al final con el último resto vas y te duchás y mientras lo estás disfrutando decís qué suerte que lo hice.
Esos pequeños triunfos de Eros...los detalles que casi nunca apreciamos.
Como el día que te sobreponés a la angustia y la ansiedad y no llamás a quien sólo puede provocar más de eso mismo. Como fumar un pucho tras otro pensando en dejarlo en el siguiente y sin disfrutar ninguno.
Como alineadas.
Como posesas.
Como fuera de la escena pero, a la vez, sin vernos.
Así.
Viste qué lindo ducharse.
Sacarse el rollo.
Escuchar música.
Dejarnos llevar por el instante como si fuéramos budistas, o sabias esclavas antiguas que saben combinar la paciencia con la esperanza, la aceptación de un destino y la determinación de torcerlo.
Como si fuéramos heroínas de lo pequeño.
Del detalle.
Del mimo.
Del gesto con el hijo que conecta su boca en la teta, la cucharada de papilla, el cuento leído a la noche, la espera de las primeras salidas y la felicidad de saber de su risa aunque esté lejos.
Escribir así.
Escribir y amar.
Amar y desear.
Saber reconocer los finales, pero no arrojarse en ellos como a precipicios.
Cantar.
Como dos pajaritos.
Una ducha.

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