Carlson McCullers, fuente |
Tenía una reputación tan mala que ella, tal vez por cobardía, tal vez por intuición, solo podía intentar quererlo desde cierta clandestinidad.
Ahora que todo eso quedó lejos, ahora que tantos otros vasos y algunos otros besos, un algoritmo le pone frente a los ojos como si fuera la carta robada de Poe la evidencia de lo que sí estaba bien y era real. El encanto de esas conversaciones.
Y piensa que es una pena haberse dicho cosas tan feas. Y haberlas pensado.
Porque sería lindo sentarse al sol y escuchar canciones tristes de esclavos, soñar revoluciones y hablar de Truman Capote, Carlson Mc Cullers, caníbales ribereños y gauchos cuchilleros mientras llega la noche.
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