"Tené cuidado con las palabras,
incluso con las milagrosas.
Por las milagrosas damos lo mejor que tenemos,
a veces proliferan como insectos
y dejan un beso en lugar de un aguijón.[...]
Igual estoy enamorada de las palabras.
[...]Aunque me fallan seguido.
[...]Palabras y huevos deben manipularse con cuidado.
Una vez que se rompen son cosas
imposibles de arreglar."
Las pronunciadas en vano (de esas todos, en especial las mujeres, tenemos colecciones y enciclopedias) y a la persona equivocada.
Las que nos dictan el miedo a perder (lo), o los celos desquiciados, o la necesidad de poseer.
Las que se da y se reciben en juegos: jugando a los enamorados, por ejemplo, en una tarde de verano. Formulando promesas imposibles de cumplir (soñando en los bares, escuchando música, mirando películas, leyendo novelas, escribiendo canciones y poemas) y evadiendo respuestas sencillas de expresar; hablando de todo menos de lo que realmente nos interesa: si en tu alma yo también dejo una huella cada vez que me evocás. Si me evocás. Si hay alguna palabra sólo para mí.
Y si al final no hay esas palabras, en fin, "siempre tendremos Casablanca."
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