Dicen que los moribundos que atraviesan períodos de agonía, experimentan una intensa mejoría justo antes del final.
Es como si la vida intensificara su esplendor y plenitud en unos instantes, para que el que se va lo haga llevándose el mejor de los recuerdos de su paso por esta aventura extraordinaria.
Con algunas historias de amor desencontradas ocurre quizá algo parecido.
En el ocaso de la pasión, en la curva previa a la ruta que lleva a otro destino, el amante experimenta por el amado una suerte de cálida ternura que reemplaza al desesperado deseo, la locura de los celos, la ansiedad de poseer, la necesidad de ser correspondidos.
Puede parecer un nuevo principio, y tal vez en cierta forma lo sea, pero se trata de una mutación y de una despedida, de la que solo nos damos cuenta cuando extrañamos a quien deseábamos como se extraña a quienes pasan a habitar el pasado pero ya no forman parte del sueño del futuro.
Quien parte habiendo amado, aunque haya sufrido, se aleja más liviano.
Es como si la vida intensificara su esplendor y plenitud en unos instantes, para que el que se va lo haga llevándose el mejor de los recuerdos de su paso por esta aventura extraordinaria.
Con algunas historias de amor desencontradas ocurre quizá algo parecido.
En el ocaso de la pasión, en la curva previa a la ruta que lleva a otro destino, el amante experimenta por el amado una suerte de cálida ternura que reemplaza al desesperado deseo, la locura de los celos, la ansiedad de poseer, la necesidad de ser correspondidos.
Puede parecer un nuevo principio, y tal vez en cierta forma lo sea, pero se trata de una mutación y de una despedida, de la que solo nos damos cuenta cuando extrañamos a quien deseábamos como se extraña a quienes pasan a habitar el pasado pero ya no forman parte del sueño del futuro.
Quien parte habiendo amado, aunque haya sufrido, se aleja más liviano.
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