Astronotus ocellatus |
Entre las diversas variedades de peces de aguas cálidas, es sabido que los cíclidos se distinguen por su agresividad y los métodos violentos que utilizan para resolver sus diferencias. Hasta donde he podido aprender después de muchos años de tener peceras, la mayoría de las disputas se vinculan por cuestiones territoriales y/o ligadas a la reproducción.
Así como los machos Betta splendes, (popularizados por la película La Ley de la calle) son famosos porque deben ser separados a fin de que no se maten entre sí y llegan a atacar a su propio reflejo en el espejo, los cíclidos en general resuelven la falta de espacio en los acuarios eliminando a los más débiles.
El ensañamiento con que se destruyen entre sí a mordiscos, en especial cuando alguno ya ha sido debilitado previamente por el más fuerte, es notorio. En esa carnicería suelen participar, bajo el liderazgo del más poderoso, los demás habitantes del acuario, incluso aquellos que normalmente se mantienen al margen de los conflictos por una cuestión de supervivencia, como si la debilidad o la inminencia de la muerte los envalentonara.
Más de una década de criar y observar peces en acuarios enseña también respecto a las especies que pueden convivir o no, a los equilibrios posibles, a los efectos devastadores de las plagas. Pero además, atempera el corazón y lo acostumbra a no conmoverse con estas muertes que, al parecer, están absolutamente previstas por el mandato de la naturaleza y de cada especie. Después de todo, todos los predadores son, precisamente, brutales.
betta splendens
Se dice que, de los felinos, los más "crueles" son los gatos domésticos, porque son los únicos que matan sin necesidad y sólo por placer (ya que sus amos humanos les proveemos alimento).
Los peces, con esos cerebritos tan pequeños, a veces se muestran capaces de una crueldad tan elaborada como sólo he podido observar en los seres humanos.
No pasa un día, si se está atento, en que no seamos testigos o víctimas del ensañamiento con el que los más fuertes (circunstancial o definitivamente, y sea en lo que sea en que radique esa fuerza o poder) ataquen a los más débiles. Es notorio en los colectivos humanos cómo los líderes de esas crueldades encuentran inesperados aliados en otros espécimenes que hasta ese momento parecían tan inofensivos como el pequeño cícilido africano que hoy, aliado con el gran Astronotus ocellatus triunfante, se dio el lujo de mordisquear un poco al Astronotus moribundo. Al parecer en los desarrollados cerebros humanos tampoco cabe la capacidad de procesar la información acerca de la inestabilidad de las posiciones y de la volatilidad del poder.
Mirando estos ataques, vuelve a mi memoria esa frase del Talmud que dice: "es mejor estar entre los perseguidos que entre los perseguidores".
Es mejor no pertenecer ni un minuto al clan de los matones que se ensañan con los más vulnerables. Incluso cuando en esa decisión de cada día nos juguemos una parte de nuestra supervivencia.¿Será así?
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