domingo, 12 de mayo de 2019

Y que todo pasa

Hay amores que comienzan más por curiosidad que por atracción.
Nombres convertidos en potentes significantes que hacen sentido en nuestra trama, o memoria.
Producen ecos similares a los de algunas canciones que aprendimos en la infancia, o algún sonido o entonación, una melodía que despierta misteriosos deseos de viajes y aventuras.
Malditos, nombres condenados de antemano. Por su carga de bondad a veces, si bien la bondad no es virtud que enamore en estos tiempos, aunque pueda a largo plazo engendrar grandes amores de esos que sacan lo mejor de dos durante un tiempo, tal vez una vida.
Por su asociación a la maldad, la gelidez, la humillación o el sinsentido.
Amores que en verdad nacen con tropiezos que anticipan su muerte prematura, desencuentros sexuales, desconfianzas profundas, decepciones instantáneas.
Hay otros que maceran lento y producen sabores extraordinarios. Pero no son para ansiosos, impacientes.
Están esos calientes, llamaradas instantáneas. Arden hasta consumirse, pero ¿quién renunciaría a ese fuego?
Después, una lista de pasatiempos olvidables en medio.
Curitas narcisistas (casi inútiles peo no del todo) para heridas subcutáneas que dejó Eros.
Lo que no se aguanta es la mentira.
Sobre todo la que nos decimos a nosotras mismas.
Fingiendo que somos maquinitas. Cuando seríamos capaces de ir a la guerra y conquistar Egipto por ganarnos el amor de alguien (que no nos querrá jamás) y nos mentimos inventando señales de correspondencias donde sabemos que solo hay artimañas de seducción de don juanes que solo gozan al mirarse en sus espejos de lucecitas de vodevil.
Y lo hacemos como si fuera justo el castigo que nos toca, porque muchas veces hemos intentado fingir querer a quienes sospechamos mejores que nosotros, y que nos quieren bien, pero no podemos corresponderles, y elegimos la culpa en lugar de la verdad.
Después, un día te subís a un avión, un tren, un taxi o una camilla, y el mundo gira 360 grados de golpe para que recordemos que no sabemos nada de nada.
Y que todo pasa.

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