A mí esta lectura me lleva a los mundos de Zweig, visitados hace poco por medio del cine, que al fin lo redescubre, en El Gran Hotel Budapest. O de historias de Balzac, más bien quizá de Flaubert, puede haber algo de los climas de Sandor Marai (que a fin d ecuentas, fue una suerte d ediscípulo de Zweig)...habiendo pasado por Proust, indudablemente, y algunos rusos.
Irene N. tuvo uno de esos destinos trágicos que abundan en este blog, de deportaciones, torturas y muertes en campos de concentración a manos de los nazis: Auschwitz 1942.
Su obra será conocida mucho después, cuando por azar una de sus hijas descubre y publica Suite francesa en 2004. Debo confesar que Irene (Irushka) es un nombre de resonancias especialmente queridas para mí y su posesión me predispone a una lectura placentera. Harteloup, se apellida el protagonista, y a mí me evoca a Saint Loup, y ya me estoy enamorando como Gilberta y como Marcel también...
Esta es una novela para leer un día como el de hoy si uno se puede sustraer al terror de esta lluvia. Sentarse
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Fuente |
Esas mujeres de la aristocracia europea, aburridas de tan servidas, colmadas de bienes y riqueza y carentes
de ocupaciones e inquietudes sociales o políticas, sometidas a las reglas del mundo de los hombres y algo histéricas, en el sentido de las histéricas de Freud....Incapaces de imaginar la pobreza, la necesidad de trabajar para ganar el sustento, las tramas sofocantes del mundo de los oficinistas, pequeños burgueses que han perdido sus fortunitas o sus sueños porque "para empezar, hoy la vida es muy dura. Las fuerzas que antes se derrochaban en la pasión y el amor, ahora hay que reservarlas para resolver mil problemas cotidianos embrutecedores, insoportables...Para amar como ellos se requiere tiempo libre, dinero....Qué suerte tenían (...) Necesitaban emociones; nosotros, en cambio, necesitamos descanso." (I. Némirovsky, "El malentendido")"..
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Louise Brooks, |
Ella ama como amamos las mujeres enamoradas: completamente poseída por un amor hecho de incertidumbre, de esperar las palabras que le dieran certezas de ser amada (esas que nunca llegan del hombre correcto y nos abruman, en cambio, de aquellos que no nos interesan). Ella, Denise, sufriendo en su amor, entregada a una ansiedad que es espera desesperante mientras él se hace ausencia y vacío en el pecho.
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