Alejandra Caballero, Fuente de la imagen |
Hay gente que pasa por tu vida y no deja huellas, es como una brisa sin fuerza de un otoño mortecino.
Y hay gente que te arrasa, que te arrebata, como un huracán o un tornado. Nada queda igual después, una se vuelve otra. Peor, mejor, eso quién sabe. Pero distinta.
Una no elige.
Sucede.
Es como mirarnos desnudas al espejo con detenimiento.
Y hay gente que te arrasa, que te arrebata, como un huracán o un tornado. Nada queda igual después, una se vuelve otra. Peor, mejor, eso quién sabe. Pero distinta.
Una no elige.
Sucede.
Es como mirarnos desnudas al espejo con detenimiento.
Como cuando nos desprendemos el corpiño en la soledad de nuestra habitación y por un instante, ese gesto que no se dirige a nadie, nos trae una memoria.
Descubrir o re descubrir algunas cicatrices cuyo origen nos constituye, tenemos un relato, varias versiones incluso.
Y otras que sólo al verlas decimos, cierto, es de tal cosa.
O a veces ni eso. No recordamos.
No hay modo de saber qué huellas dejamos en la vida de otras personas.
Tiendo a creer que me olvidan rápidamente justamente las personas que más marcas me han dejado.
L dice que tal persona me alude en una diatriba de red social, yo no lo creo. Más bien creo que esa persona no recuerda mi existencia, como me sucede a mí con otras personas.
Y me sorprende la oscuridad de una noche más de tormenta y sin luz murmurando uno de los mejores comienzos de novela, como un mantra que convoca los recuerdos: recuerda, recuérdame, recuérdanos así.
Así como en ese instante en que logramos detener el curso del tiempo y ser felices un instante.
Así como ahora, perdonando, en mi mejor versión de mí, recordando, en ti mejor versión de vos.
Así.
Mientras podamos.
Antes del diluvio o del Apocalipsis.
Descubrir o re descubrir algunas cicatrices cuyo origen nos constituye, tenemos un relato, varias versiones incluso.
Y otras que sólo al verlas decimos, cierto, es de tal cosa.
O a veces ni eso. No recordamos.
No hay modo de saber qué huellas dejamos en la vida de otras personas.
Tiendo a creer que me olvidan rápidamente justamente las personas que más marcas me han dejado.
L dice que tal persona me alude en una diatriba de red social, yo no lo creo. Más bien creo que esa persona no recuerda mi existencia, como me sucede a mí con otras personas.
Y me sorprende la oscuridad de una noche más de tormenta y sin luz murmurando uno de los mejores comienzos de novela, como un mantra que convoca los recuerdos: recuerda, recuérdame, recuérdanos así.
Así como en ese instante en que logramos detener el curso del tiempo y ser felices un instante.
Así como ahora, perdonando, en mi mejor versión de mí, recordando, en ti mejor versión de vos.
Así.
Mientras podamos.
Antes del diluvio o del Apocalipsis.
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