Leo en las redes comentarios que se suponen graciosos, y se han vuelto cínicos, respecto a los trabajadores y trabajadoras echados ("tutores virtuales") del Programa Nacional de formación Permanente "Nuestra Escuela, de los cuales formo parte y que el 31 de diciembre nos quedamos sin trabajo, fuimos a reclamar y nos respondieron con represión...
El sueño de la razón produce monstruos, Goya, 1799. |
Que no lo entienda alguien que se dedica a otra cosa no solo es comprensible, sino también lógico. Cada profesión tiene su jerga, y los discursos construyen sentidos distintos en contextos diferentes, y quienes no participan de esta no tienen por qué entenderla.
¿Qué es Nuestra Escuela?
A esas personas que realmente quieren entender el tema, "Nuestra Escuela" es el nombre del Programa Nacional de Formación Permanente (PNFP), una política de capacitación permanente, gratuita y que da puntaje en la carrera profesional de maestros y profesores a medida que estudian una especialización de posgrado ("Postítulos"). Es decir, algo que impacta directamente en la mejora de los procesos de enseñanza aprendizaje en las aulas, un derecho para los diez millones de niños, niñas, adolescentes, jóvenes y adultos que estudian en Argentina en la educación formal obligatoria y en experiencias alterativas y/o socioeducativas. Lo innovador es, de la mano de la expansión de la conectividad, las TIC y el equipamiento de computadoras, se desarrolla en la virtualidad, lo cual además de hacerlo posible es mucho más económico que cualquier otra vía para llegar al millón de colegas que dan clases en las 24 provincias argentinas, en escuelas de gestión estatal y privada, de todos los niveles y modalidades.
Una trama compleja, por cierto.
Este programa nacional y federal se desarrolla en un medio virtual: una plataforma educativa ( "e-educación, educación a distancia, como les guste), y cuyos equipos técnico pedagógicos están formados por docentes formadores de otros docentes que están frente a las aulas (es decir, frente a alumnxs desde nivel Inicial a Superior) especialistas en las diversas materias ("módulos") que conforman los "postítulos o Especializaciones" o Posgrados, en disciplinas que se dictan en los distintos niveles de la educación formal y otros ámbitos. Sostenidos y acompañados por un maravilloso equipo experto en educación y TIC, con webmaster y otros colegas cuyos saberes son también indispensables.
Además, lxs docentes le demandaron por década al Estado nacional que cumpliera con su responsabilidad en este sentido, y si bien en estos años se hicieron experiencias "piloto" con un par de Postítulos, además de cursos y seminarios, todos los ministros de educación provinciales, más la Nación y los sindicatos docentes acordaron en paritarias (que es la normativa que prevé la insticuionalidad democrática para estos acuerdos y políticas federales) desarrollar esta experiencia ambiciosa, desafiante, que puede combinar (que me perdone Rozitchner) pensamiento crítico y "motivación" sin considerarlos excluyentes, que incluso algunos pensamos que puede ser parte de proceso de cambio de paradigma pedagógico.
(De paso, a este filósofo me gustaría peguntarle cómo motivarnos cuando nos quedamos si trabajo o cuando tenemos dos o tres y aun así no nos alcanza para vivir.)
Como sabe cualquiera que conozca un poquito de cuestiones educativas, algo que apenas empezó en 2014 no puede ser evaluado con rigurosidad tan pronto, sin embargo, existen numerosas herramientas científicas que permiten diagnosticar los resultados sumamente positivos del camino transitado hasta el momento.
Como es obvio también que estas políticas públicas van de la mano de otras (Conectar, construir y equipar escuelas, la AUH, becas, entre muchas otras) para poder ser efectivas, y son el resultado de largos procesos y construcciones de consensos políticos y sindicales.
Unos 140.000 docentes están en la actualidad (la mayoría mujeres, muchas jefas de hogar) haciendo el esfuerzo de cursar alguno de estos posgrados. A mi juicio un gran número no lo hace solo por el puntaje y por mejorar su carrera, sino por su compromiso con la enseñanza, con la educación como herramienta de emancipación. Me baso para decir esto en mi experiencia personal, que consiste en haber producido, en función del rol que tengo en el PNFP, los contenidos para varios cursos entre 2012 y 2014, y en diez bimestres con diez cohortes diferentes de colegas alumnos/as de todo el país. Es decir, mi tarea ha sido, dentro de un equipo mucho más grande que cualquier individuo, la de "contenidista" y "responsable de contenidos": escribir clases, actividades, seleccionar materiales multimediales, bibliografía, coordinar reuniones de equipos técnico pedagógicos, realizar evaluaciones, recorrer instancias presenciales, sobre todo, estudiar y estudiar, seguir a mi vez formándome y especializándome con otros en diversos ámbitos académicos,como hacemos la mayoría de los 3000 despedidos.
Además, reescribir, revisar la propuesta, debatir y discutir con cursantes, colegas, coordinadores y equipos de tutores los errores, las posibles mejoras, las reorientaciones pedagógicas, didácticas, escriturales, a la vez que incorporando nuevas herramientas que los increíbles colegas de las áreas de TIC nos desarrollan, siempre a contrarreloj, pero siempre con tutoriales ad hoc, con paciencia para quienes manejamos solo algunos aspectos de la "plataforma" (que es el medio virtual donde tenemos las aulas, publicamos los contenidos, los foros donde intervienen los cursantes, entre otras cuestiones). Mi módulo se llama Pensamiento Pedagógico Latinoamericano, (PP), y lo hemos ido pensando juntos con quienes nos precedieron en la tarea, como Jorge Huergo, y colegas que nos acompañan hoy.
Hasta 2016, además, hacíamos reuniones regulares de trabajo con otros equipos del PNFP y con autoridades del Instituto Nacional de Formación Permanente (INFD) y del Ministerio de Educación.
Este año no las hubo. Salvo pequeñas excepciones. Apenas una solo del Postítulo que integro, y en mi caso, pero ha sido una excepción sobre la que no hablaré acá.
A los doxafílicos
A esos doxafílicos cínicos, opinadores mediáticos y virtuales, soberbios y pretendidos "iluminados", "modernizados" , es bueno recordarles que manejan lenguajes antiguos, universos vocabulares (diría Freire) que no los hacen ver ni graciosos ni inteligentes, sino más bien necios y anquilosados a pesar de haber tenido en muchos casos el privilegio de acceder a niveles educativos "de calidad" (¡Ay, el flagelo de la educación privada y en especial, la educación privada universitaria!).
Por lo general muchos de estos son personas cuya única motivación en la vida es el beneficio individual y por lo general, material. Esos mismos que nos califican como "ñoquis" y "vagos" jamás moverían un dedo, y mucho menos trabajarían la carga horaria que nuestros contratos establecen (y que suele ser menor a lo que hacemos) y que el sistema digital -que controla a lo Big Brother- por montos que en nuestros devaluados salarios y en las condiciones precarias que tenemos.
¿Creen que inscribiendo nuestra demanda en una interna kirchnerista/cambiemos la des legitiman? En un colectivo de 2600 trabajadores virtuales convivimos diversas ideologías, posiciones políticas, pedagógicas, metodológicas, disciplinares. Pero nos une profundamente el compromiso con lo que hacemos, eso que Freire llama la "amorosidad", combinada con nuestra formación académica, ya que todos y todas somos especialistas, con estudios superiores universitarios y/o terciarios, la mayoría con posgrados, eso sí, predominan en este colectivo la formación en universidades públicas.
Tenemos saberes del hacer, esa práctica pedagógica que se funda también en la disciplina de sentarse varias horas por día, sean feriados o fines de semana.
Nota al pie: el sentido político de juntarse, de abrazarse
Hoy una compañera de otro de mis trabajos, amiga, me compartía un artículo que analizaba las formas del amor en el mundo contemporáneo, con relación al modelo capitalista de pareja, de familia, de maternar y paternar.
Instituciones y modelos que, afortunadamente en algunos casos, están en crisis, y que, como todos los dispositivos del capitalismo y de su supuesta racionalidad, engendran no solo monstruos, sino también mucha angustia que hace síntomas en nuestros cuerpos, en nuestras psiquis, en nuestros vínculos.
Hace poco, la amiga cubana de una amiga querida que ya no está, nos señalaba en un hermosos encuentro donde hacemos lo peor que se puede hacer para la racionalidad capitalista: juntarse porque sí, sin ninguna razón de productividad ni económica, a "perder el tiempo" y la plata, comiendo y bebiendo cosas ricas con amigos y amigas, conversando acerca de literatura, de arte política, de culturas, de vínculos familiares, nos señalaba cómo el llamaba la atención nuestra pasión pro el psicoanálisis, con todo su discurso centrado en el individuo, en el sujeto, tan lejos de las prácticas políticas y de salud colectivas de su país.
Hijos e hijas de esas socieddaes, nuestra angustia es doble: es la de buscar el mango, hacer malabarismos de agendas donde se trabaja 7 por 24 en general, salvo que se tenga mucha suerte y se pertenezca a una pequeña minoría, que por lo general tiene poca conciencia de sus privilegios y suelen creer que su realidad es la de todos, o bien creer fanáticamente en la meritocracia y desconoce su historia familiar, patrimonial y el peso de las circunstancias materiales que eso le otorgan. Estas reflexiones, como otras miles, no son más que doxa, opiniones, expresiones de mi subjetividad en este espacio de escritura personal visitado por un pequeño número de lectores y navegantes que así lo eligen.
Sin embargo, en la compleja trama de la educación comunicación contemporáneas, si pensamos la educación como una tecnología de la comunicación, tal como por ejemplo, señalaba Adriana Puiggrós hace poco,* el impacto en las subjetividades y en la construcción del sujeto pedagógico argentino, en las formas y modos de hacer escuela (sobre las cuales han reflexionado de modo muy interesante Marcela Martínez (2015), entre otros, y Fernando Peirone recientemente).
Aprendimos de pedagogos y maestros como Mariátegui, como Taborda, que el optimismo pedagógico propio de la Modernidad y su proyecto educativo fracasa si no hay proyecto político, económico y social que construya mayor justicia social y amplíe derechos como puentes hacia sociedades más igualitarias.
América Latina es la región con mayores niveles de desigualdad, también educativa.
Sin políticas públicas activas desde el Estado no habrá chances de mejorar la calidad (incluso, cuando usemos esa palabra con diferentes sentidos unos y otros, digámoslo provisoriamente al menos).
Con Freire, con las cientos de miles de experiencias como la de Warisata en la Bolivia de los años 30 , pero sobre todo, con las de los 130 000 colegas que nos acompañan ahora, y todos los que iban a sumarse, que la escuela sola no puede mejorar la vida de las personas ni, sobre todo, de las personas empobrecidas (porque los pobres no nacen de repollos, claro está, alguien se ha quedado con lo suyo). Pero sin la escuela n ose puede nada.
¿Y qué es la escuela, o las escuelas en todos sus formatos y modelos -grandes, pequeñas, urbanas, alternativas, rurales, de arte, integradas, con edificios nuevos, con edificios viejos, en modalidades virtuales- sin los maestros, maestras, profesores, directivos formados?
Foto Ale Dranovsky, 3 de enero 2017, Abrazo al Ministerio de Educación, Caba. |
Es como imaginar una escuela sin niños, niñas, adolescentes, jóvenes, adultos.
¿Y qué es del sujeto pedagógico en construcción, y de esos pibes, si se subejecuta el presupuesto asignado para ellos y se despide a sus docentes?
Sacarles escuela, sacarles computadoras, sacarles cultura, sacarles deportes, y meterlos en cana desde los 14.
¿Ese es el proyecto?
Nosotros, en cambio, nos abrazamos, y seguimos la lucha.
*En el contexto de un seminario organizado por la Cátedra Libre "Jorge Huergo", en la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP, septiembre 2016.
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