Dicen que dice El Talmud que quien salva una vida salva al mundo.
La metafísica en la que se sostiene esta idea debe haber sido tan extraordinariamente transgresora y de vanguardia cuando surgió, que muchos deben de haber considerado a sus creyentes verdaderos orates.
En un mundo regido por el "ojo por ojo..." casi como medida moderada frente a la violencia descarada y de geométricas proporciones, hay diferencias tan radicales, tan profundas y a la vez tan numerosas y cotidianas en el concepto de justicia frente al de venganza, que podría parecer una tarea de Titanes sostener la primera.
¿Se han puesto a pensar de verdad en lo que sería este país sino hubiera estado las #Madres y las #Abuelas?
Pensemos por un minuto en esa posibilidad. Pensemos en lo cobardes, cómplices, sumisos que hemos sido y somos capaces de ser como sociedad y como individuos.
Pensemos en cómo callamos y en cómo soportamos, sin mayor incomodidad aparente que la de formular una tímida denuncia o la queja, la tortura y la violencia hacia los pobres; las vejaciones en las cárceles, la utilización de niños para cometer delitos por parte de quienes deberían protegerlos, la violencia institucional, el doble discurso de algunos funcionarios públicos, la indiferencia de muchos ciudadanos. Cómo nos importa casi siempre mucho, pero mucho más, nuestro problemita personal que el infinito dolor de nuestros compatriotas más debilitados...
Porque al final es una cuestión de poder, como siempre.
Y salvar una vida es salvar el mundo tal vez porque es salvarla cuando está en peligro de extinguinrse, salvarla a pesar de los riesgos que implique, salvarla cada momento, dándole la oportunidad de vivir, que es educarla, nutrirla, protegerla de la enfermedad, amarla, entre otras cosas.
Berni,
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Y han vuelto más difícil la posibilidad de que nosotros, frente a las vidas en peligro que implica siempre la injusticia social, sigamos haciéndonos los boludos.
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