Salía con una amiga del trabajo y nos topamos con la marcha convocada por el Cardenal porteño en contra de la igualdad de derechos. Ninguna tenía ánimo de confrontar con nadie, así que cuando a mi amiga le entregaron un volante que apelaba a la supuesta conformación "normal" y "natural" de la familia (una naturalidad que de ser tal, y no cultura, debería reivindicar la poligamía, las relaciones sexuales ocasionales entre "especímenes aptos para la reproducción", el incesto y otro sinfín de mandatos naturales) amablemente lo devolvió diciendo que ella pensaba de otro modo. Eso suscitó una reacción furiosa de la señora que en nombre del amor cristiano (que se supone es paciente, comprensivo, tolerante, generoso) comenzó a increparnos de manera violenta. Nos acusó de no respetar ni a Dios ni a la familia.
Apelando al más elemental de los mandamientos cristianos, le respondí que para mí Dios era amor. Más me hubiera valido decirle que era una embajadora de Satanás, a juzgar por la ira que eso le produjo. Comenzó a interrogarme acerca de si tenía hijos y cuando le contesté que sí, me amenazó: ¿qué vas a hacer? ¡Con esta ley, tu hijo va a ser gay! (como si me maldijera con una enfermedad). Si mi hijo fuera gay, le dije, espero que pueda crecer en un país donde no lo discriminen.
Entonces comenzó a gritarnos asegurándonos que nuestro destino sería el Infierno.
Yo no sé si hay Paraíso, pero cada día estoy más convencida de que, como escribía Swedenborg, para algunas personas el Infierno es su propia mente. Dios,que es un enorme e infinito misterio, se apiade de ellos.
caprichos de palabras y colores para navegantes... "La palabra humana es como una caldera rota en la que tocamos melodías para que bailen los osos, cuando quisiéramos conmover a las estrellas". (G. Flaubert). Mis libros de narrativa publicados: la novela Último verano en Stalingrado (Grupo Editorial Sur, 2014); Alma rusa (Edulp, 2020, crónicas) y Yegua (Cuero, 2021, cuentos)
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martes, 20 de julio de 2010
Matrimonio igualitario (2)
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2 comentarios:
da miedo toda esa gente. no me gustaría quedar sola en un ascensor con ninguno de ellos. fuimos con caíto a la marcha por el matrimonio igualitario el día que se debatía en el senado la ley. era una fiesta llena de expectativa. por suerte tuvo el final esperado. y esa gente fanática y demoníaca: que la chupe.
me gusta tu propuesta pero creo, en función del morbo algo perverso que tienen con los homosexuales (¿viste que fantasean como si los gay y lesbianas fueran unas máquinas sexuales?) a ellos también les va a gustar.
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