"Lejos de crear las condiciones para una forma más madura y consensual de democracia, el hecho de proclamar el fin de la política adversarial produce entonces el efecto exactamente opuesto. Cuando la política se desarrolla en el registro de la moralidad, los antagonismos no pueden adoptar una forma agonista. Efectivamente, cuando los oponentes son definidos en términos morales y no políticos, no pueden ser concebidos como 'adversarios', sino sólo como un 'enemigo'. Con el 'ellos maligno' ningún debate agonista es posible, debe ser erradicado"
(Chantal Mouffe, En torno a lo político, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2007)
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